bakaiku - Después de largas caminatas para recorrer la mayoría de los parajes de Bakaiku, de muchas horas de hablar con las personas mayores del pueblo y de buscar en los archivos, sobre todo en el Archivo General de Navarra, Jesús Ondarra Erdozia (Bakaiku, 1939) ha recogido y analizado los topónimos de esta localidad del valle de Burunda, estudio que ha reunido en un libro: Bakaikuko leku-izenez hausnarrean, publicado por Editorial Pamiela. “El objetivo era recuperar los topónimos que han llegado vivos a mi generación. La pena es no haber empezado antes”, apunta este bakaikuarra. “Se han perdido muchos topónimos, sobre todo por el cambio de economía al dejar la labranza y la ganadería”, señala. “La pérdida del euskera también llevó en algunos casos a la desfiguración de los nombres”, incide.

Aficionado a los nombres y a preguntarse sobre su origen desde pequeño, recuerda que con 14 años, cuando estaba en el colegio de Capuchinos, solían leer novelas de indios y entre los compañeros comentaban qué nombres tan poéticos y ligados a la naturaleza utilizaban los indios. “De pronto se me ocurrió y les dije con orgullo que nosotros en el pueblo también tenemos nombres como urdinbidekotxelai, que significa la llanura del camino azul”, rememora. “Visto desde hoy, la traducción es errónea pero entonces fui consciente por primera vez de que en el euskera teníamos algo propio y original”, destaca.

“Me gusta indagar sobre el porqué de las cosas y las palabras”, observa Jesús Ondarra, licenciado en Geografía e Historia pero gestor de hacienda de profesión hasta su jubilación hace 15 años. “Cuando oigo un nombre se me pone en marcha la maquinaria”, señala.

No obstante, cuando empezó no pensaba llegar tan lejos y publicar un libro de 430 páginas. “Al principio pensé en recoger algunos nombres y escribir un artículo. Pero empecé a trabajar y se fue ampliando. No esperaba que fuese tan extenso y profundo”, cuenta. Y es que además de recoger los nombres, Jesús Ondarra va más allá, aportando su significado etimológico, las especificidades del euskera de Bakaiku que refleja el topónimo y diferentes apuntes sobre su situación, historia y otros datos de interés que ha recogido en diferentes documentos que se remontan hasta el siglo XVI. Pero como asegura, ha disfrutado mucho en esta ardua labor que le ha llevado unos ocho años.

Al final han sido 366 topónimos, que ocupan 300 páginas. El libro comienza con una explicación de los conceptos generales. Luego menciona las razones del estudio, los criterios gramaticales utilizados y aporta datos sobre el acento, cuestión que desarrollará más adelante en un nuevo trabajo que está preparando. Con el objetivo de ofrecer una visión completa de la toponimia local, también recoge más de 300 topónimos históricos, conservados sólo en documentos antiguos, y los nombres de las casas, tanto históricos como actuales.

INVESTIGACIÓN “Bakaiku no es una isla. Por ello los he estudiado en el contexto de los valles de Burunda y Aranatz en primer lugar, y en comparación también con topónimos de toda Sakana, Améscoa y Euskal Herria en general”, señala, al tiempo que explica que el estudio se sustenta sobre tres pilares: geografía, con las características del paraje y su ubicación; historia, del paraje y del nombre; y filología.

Jesús Ondarra dice que es un libro que se debía a sí mismo y al pueblo de Bakaiku, del que lleva fuera la mayor parte de su vida. Pero ante todo se siente bakaikuarra y confiesa que le dan envidia las personas que nacen, viven y mueren en su pueblo. “Las personas que se quedaron en Bakaiku son las que han mantenido el pueblo. El libro es una manera de agradecerles por ello”, observa.

Además de preservar estos topónimos e impulsar su uso, el objetivo final de su trabajo es fomentar el euskera, lengua que lleva aprendiendo toda la vida. “Era el más pequeño de seis hermanos y todos aprendieron menos yo, que entendía pero no hablaba”, apunta. “En aquellos años se interrumpió en Bakaiku la cadena de transmisión del euskera de padres a hijos”, sostiene.

Autodidacta, el primer contacto con una gramática de euskera fue en el convento capuchino de Zaragoza, en un cajón vacío de la mesa de una habitación de huéspedes, en 1956.

“Era la gramática de Umandi, casi ni me atreví a tocarlo pero me impresionó”, recuerda. Unos años después, estando en Bilbao, se compró Euskara hire laguna, de Patxi Altuna, el primer libro de otros muchos que vinieron después para estudiar esta lengua. “La aprendí a base de leer y hablar. Por ello, este libro está escrito en euskera, como instrumento para fomentar y normalizar su uso”, apunta.

Por otro lado, Jesús Ondarra destaca la acogida que ha tenido el libro en Bakaiku, donde lo presentó el pasado mes de julio, antes de fiestas. Además, para impulsar el uso de los topónimos, el Ayuntamiento ha adquirido 150 ejemplares que ha repartido en las viviendas del pueblo. También se puede adquirir en librerías de Pamplona y Sakana.