Beti Gazte consiguió su última medalla de oro en el año 2004 en Glasgow (Escocia). Fue entonces cuando Carmelo Mitxelena comunicó a los miembros del equipo que esperaba familia, y volver dieciséis años después a un Mundial con su hijo es algo muy especial: "Es cierto que me llena de orgullo, estoy contento y no es una preocupación extra para mí, es algo que ha elegido Ander, no algo que yo le haya exigido, está aprendiendo bien y sé que va a dar lo suyo".

Su hijo, Ander Mitxelena Díaz (Lesaka, 2004) ha mamado la afición por la sokatira desde pequeño y desde niño ha estado apoyando al equipo, ejerciendo como botillero y palpando la sensación de equipo. Este año también ha tirado por primera vez con el equipo de Beti Gazte, tanto en el Campeonato de Navarra como en el de Euskal Herria, y señala que "he tenido buenas sensaciones, siempre es más fácil tirar con compañeros de gran experiencia". Cedido al equipo de Berriozar ha participado en el campeonato de 600 kilos y ha podido tirar contra su padre y su tío. No se ha amedrentado y dice que tiró "aún con más ganas contra ellos, aunque poco pudimos hacer".

el mas jóven del mundial Con 15 años está participando en su primer Mundial, "estoy con muchas ganas por todo lo que he escuchado en casa sobre los mundiales" y competirá con la selección sub-23 de Euskal Herria en la categoría de 600 kilos: "La mitad del equipo somos navarros y la otra mitad, vizcaínos". Con toda probabilidad será el tirador más joven de la competición, pero no es algo que le preocupe especialmente. No es tan optimista en lo que respecta al futuro de la sokatira, ya que "es un deporte que no se ve demasiado, y la gente de mi edad prefiere el fútbol o la pelota, es difícil. Les animaría a que probaran, a ver si le gusta a alguien", comenta. De hecho, es el único integrante del equipo lesakarra nacido este siglo.

Toda la familia ha viajado a Letterkenny esta semana, entre ellos Marta Díaz Peña (Berriozar, 1976), madre de Ander: "Aunque no participé en ningún Mundial, ganamos unas cuantas txapelas de Navarra y alguna de Euskadi con Berriozar en 1998 o 1999, no recuerdo: fue bonito. Así como aquí han podido ver sokatira desde pequeños, para mí era totalmente nuevo, fue una forma de empezar a hacer deporte, había mucho compañerismo entre los equipos y un ambiente muy chulo. Muchas de mis mejores amigas son de aquel equipo y, claro, también conocí a mi marido gracias a la sokatira. El equipo hace piña en los momentos malos, que también los hay, y sale mas reforzado. Tengo buenos recuerdos de aquellos cuatro años, pero no volvería ni loca. Con ver a mi marido y a mi hijo, suficiente. Estoy orgullosa, pero no me dan envidia, ya se me ha pasado ese virus. Ya perdí aquel espíritu de sacrificio, aunque disfruto mucho viendo a Ander, está aprendiendo muy bien, ha cogido fácil, es algo que le gusta desde pequeño y va a vivir lo que nosotras vivimos en su día".