La historia de los Echávarri comenzó en Olazti hacia 1873 con Victoriano Echávarri, nacido en 1843 en Artabia y arriero de profesión. En un principio, se dedicaba a la venta de tablones de madera de roble con destino a la cubería. Poco después, era adjudicatario del comercio de líquidos, sobre todo aceite y vino además de aceite de ballena, el combustible más utilizado para alumbrar las viviendas y cuyo comercio iba acompañado al del bacalao. “Hay constancia de ello al menos a partir de 1884”, apunta Víctor Manuel Egia Astibia, investigador del patrimonio y desarrollo industrial de Navarra. El precio anual de dicho impuesto rondaba las 4.700 pesetas, un valor bastante elevado, teniendo presente que, por ejemplo, por comprar una casa de tamaño normal con su huerta adyacente se pagaban menos de mil pesetas”, observa.
TRAVIESAS
TRAVIESASLa explotación forestal era otro de sus negocios. Lo cierto es que a finales del siglo XIX Echávarri era uno de los principales abastecedores de traviesas y cachas a Ferrocarriles del Norte y de Madrid a Zaragoza y Alicante. Fabricaba unas 20.000 traviesas al año en su primer aserradero de Olazti y otras 80.000 en el propio monte con cuadrillas de trabajadores. También era prestamista, lo que le llevó a convertirse en corresponsal del Banco de España para la zona con sede en Altsasu. Además, exportaba vinos y licores a Buenos Aires y La Habana. Así, su fortuna iba en aumento. Parte de sus ganancias las invirtió en la compra de casas y terrenos en Olazti, convirtiéndose pronto en el mayor propietario del pueblo. “Llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio de Pamplona. Él y su familia se situaron entre la clase más alta de aquella sociedad, entonces tan clasista”, observa Egia. De ideología carlista, Victoriano Echávarri en 1897 organizó en Altsasu la recepción de las cenizas del comandante general carlista Francisco de Uribarri y también participó activamente en 1907 en la inauguración del Centro carlista de Etxarri Aranatz.
Se casó con Martina Mendiluce, procedente de una de las casas más fuertes de Olazti, con la que tuvo cuatro hijos e hijas. Tras su fallecimiento en 1909, su hijo Juan se puso al frente. En esta etapa, sobre todo a partir de 1920, es cuando se produce el despegue de la empresa. Y es que ese año adquirió en subasta pública el aprovechamiento de los montes propiedad del Estado de Urbasa y Aralar por un total de casi 200.000 metros cúbicos de madera en un plazo de 15 años.
Así, fue necesario la modernización y ampliación del aserradero. La nueva instalación ocupaba más de 50.000 metros cuadrados en el barrio de la Estación, entre la vía férrea y la carretera de Pamplona. Contaba con tres naves con sierras de gran capacidad y varios almacenes para el producto terminado, dos talleres para el secado y estufado de los tablones, talleres mecánicos y de carpintería, una gran caldera de vapor para el suministro de energía cuando fallaba la electricidad y edificio de ranchería entre otras instalaciones.
“En un inventario realizado en 1948 la maquinaria estaba valorada en algo más de un millón de pesetas y el establecimiento contaba con 98 empleados entre 85 obreros, 10 administrativos y 3 técnicos”, destaca Egia, al tiempo que recuerda en 1929 obtuvo del Ministerio de Industria el Certificado de Productor Nacional de Traviesas con un volumen de fabricación de 1.000 traviesas diarias.
ASERRADERO EN ZUBIRI
ASERRADERO EN ZUBIRI Dos años antes inauguró un nuevo aserradero en Zubiri después de adquirir en subasta la concesión para 20 años de la explotación de los montes Legua Acotada, Erregerena y Quinto Real. “El auge de la empresa hizo que pusieran otro gran almacén en las cercanías de la Estación del Norte de Pamplona que incluía también un taller de aserradero, otra instalación similar en Cabezón de la Sal (Cantabria) y un gran almacén en el puerto de Pasaia”, señala este historiador. Asimismo, continuó con el negocio del comercio de vinos y licores iniciado por su padre. Por otro lado, en 1915 compró el Palacio de Urbasa para adecuarlo como residencia de verano. Hombre de negocios, la mitad lo destinó a hotel y restaurante.
El golpe militar de 1936 sorprendió a Juan Echávarri en Madrid, donde fue detenido por las fuerzas republicanas. Murió en prisión seis meses después. La actividad en el aserradero se paralizó durante la guerra y no se recuperó hasta el final de la misma, ahora bajo la dirección de su viuda, Mª Luisa Osacar.
En los años 40 instalaron una destilería de productos químicos a partir de la cocción de madera en un horno metálico hermético. La nave, situada a unos metros del aserradero, sufrió un voraz incendio en 1953 y ya no se volvió a poner en marcha.
Precisamente, en los años 50 comienza el declive de la empresa, sobre todo por la fuerte competencia de las Explotaciones Forestales de Renfe y la crisis generalizada del sector por la llegada de maderas importadas. “De 141 empleados entre Olazti y Zubiri pasaron a 59 en 1963. Ese año, en noviembre, se solicitó al Ministerio el expediente de cierre”.
Mientras que Victoriano primero y su hijo Juan después reunieron un gran capital, su descendencia, 10 hijos e hijas, fueron vendiendo todas sus posesiones en Olazti y desaparecieron de este pueblo, el final de una familia que forma parte de su historia.