- Lucía Gorría, Toño Braco (Aspurz), Iker Samper ( Ezcároz), Blanca Eslava (Lumbier) y Alberto Iriarte (Rípodas) protagonizaron el sábado el primer recital poético en el Valle de Salazar, a instancias de la primera autora con el apoyo del Servicio Social de Base.

La velada literaria fue un canto a la naturaleza y a las sensaciones de la vida rural plasmadas en versos y otros procesos creativos, y tuvo un espacio para la denuncia de los peligros que le acechan, o contra la violencia de género que tiene mañana su día internacional.

Lucía Gorría abrió la velada con media docena de sus poemas: Bruja, Reina, Una ventana al mundo, Pies descalzos, El Tiempo y Desnudos en los que desgranó la lucha de las mujeres por su identidad, el dolor de la ruptura, el paso del tiempo, igualdad o diversidad. Le tomó la palabra Toño Braco y su estreno ante el micrófono y el público fue una defensa del "papelón" y del "compromiso social" de la mujer de la Montaña, sobre la que recayó el peso de la casa y la educación de sus descendientes.

"Queda mucho camino por recorrer y tenemos que involucrarnos todos, especialmente, políticos y jueces", significó. Sus versos a la tierra, a los pueblos de su entorno y a sus gentes dieron paso al joven debutante Iker Samper, que ofreció un recital contextualizado sobre un poemario escrito en la cuarentena y que próximamente verá la luz. Reflexiones del confinamiento desde una ventana urbana a un patio interior, volcadas en diálogos con los pintores Dalí, Magritte, Hopper y Caspar para expresar, entre otros sentimientos, la nostalgia del hogar, del padre y del mar.

Finalmente, Blanca Eslava, conductora de la velada, recorrió su poemario Paisajes del agua, fruto de su interacción con la naturaleza, "espacio preferido de sus reflexiones" y del silencio creativo "el camino del conocimiento íntimo" y otras cuestiones que preocupan a la sociedad como el alzheimer o el mal trato a las mujeres, en poemas como: las Hayas, Escarcha, Girasoles o El miedo. Su Clamor de aguas y los versos de Lucía Gorría en defensa del río Salazar, Libre, cerraron la propuesta literaria de la gente de letras del ámbito rural, que se dio al público con la música de la "fiel" guitarra de Alberto Iriarte, habitual de los recitales de la zona.