Para que todos los niños y niñas de Irurtzun puedan unirse a la fiesta del Olentzero como es tradición, con ropa de casero, un grupo de mujeres de diferentes generaciones y culturas se han juntado desde mayo para confeccionar estos trajes. Y es que hay familias que por su situación económica, no pueden permitirse ese gasto y en esta celebración tan importante para la infancia hay txikis que se sienten aún más diferentes. “Es un paso más en la integración”, apunta Bego Cestau, técnica del servicio Anitzartean de la Mancomunidad de Sakana.
La idea surgió esta pasada primavera, dentro del segundo ciclo intercultural de Irurtzun. Una de las actividades organizadas se anunciaba como tejiendo solidaridad intercultural. Ese día salieron a la plaza un grupo de mujeres de diferentes generaciones y culturas que se juntan para hacer labores . “Pensé que sería bonito unir costura, interculturalidad y solidaridad”, recuerda. Así, les propuso la idea, que acogieron de buen grado.
Lo siguiente fue trasladar el ofrecimiento al colegio público Atakondoa, “Suele haber trajes que donan las familias y se van guardando. Pero había pocos y pocas tallas. Cuando nos comentó Bego la idea vimos que era oportunidad. Cuantos más haya, mucho mejor. Hay familias que necesitan una ayuda”, apuntó Agurtzane Goñi, directora de este centro comarcal que cuenta con 460 alumnos y alumnas de 17 países de procedencia.
Así, primero arreglaron los trajes que había en la escuela y después, comenzaron a coser otros nuevos. Al final han sido una docena, tanto de niña como de niño, confeccionados con mimo.” Hemos sentido el apoyo de estar haciendo algo bonito, ilusionadas con lo que hacíamos”, contaba Aurora Burgui, que hizo de portavoz de este grupo de mujeres que se juntan los martes y los jueves, de 16.00 a 18.00 horas en el club de jubilados de Irurtzun para coser, hacer punto o ganchillo, la excusa para reunirse y socializar en un encuentro que finalizan con una merienda. Para algunas mujeres esta citas también les han servido para conocer de cerca una nueva cultura, practicar el castellano e integrarse en éste su nuevo pueblo. Es el caso de Awatif, nacida en Túnez y vecina de Irurtzun desde hace siete años, una de las mujeres que acude siempre que puede a estos encuentros, al igual que Hortense, de El Congo. Además, han aprendido a hacer ganchillo.
Ha sido un trabajo en grupo. Mientras unas se encargaron de cortar los patrones, otras los hilvanaron y otras lo cosieron a máquina. Asimismo, tejieron las toquillas, tanto en punto como en ganchillo; una tarea conjunta en la que estas mujeres compartieron sus conocimientos. “Ha habido una colaboración muy grande. Lo más bonito ha sido la integración de todas nosotras”, contaba Aurora Burgui. Y es que se han sentido parte de un equipo con un proyecto común que ha abierto la puerta a unir su afición por hacer labores a una dimensión social. Con el motor en marcha y dadas las fechas, algunas proponían hacer un árbol de ganchillo para la plaza de cara a la próxima Navidad.
Estas mujeres también agradecían al club de jubilados la cesión del local y al Ayuntamiento que se preocupe de encender la calefacción para que cuando llegan la temperatura sea agradable.