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Solidaridad ‘made in’ Valtierra

Las hermanas Ana y Esperanza Guerra Castillejo y Beatriz Garcés García, de Valtierra, han puesto en marcha hace un año Sangalala, una asociación que busca mejorar la educación y alimentación de los niños de Malawi

Solidaridad ‘made in’ ValtierraCedida

Con el objetivo de mejorar el sistema educacional de Malawi, “poniendo nuestro granito de arena”, pero sobre todo también ayudar en el aspecto nutricional, “porque si a un niño o niña desnutrido no le das de comer, dificilmente va a poder estudiar y por desgracia en Malawi los niños y niñas están muriendo de hambre”, tres valtierranas han puesto en marcha la asociación Sangalala Malawi, que cuenta con la joven Ana Guerra Castillejo como el auténtico motor de la misma. La chispa que encendio el proyecto y llevó a las hermanas Ana y Esperanza Guerra ocurrió en 2021 cuando falleció su madre de ELA. Al año siguiente, ambas, de fuertes convicciones religiosas, decidieron ir 3 meses a Malawi, en África, a través de la congregación Misioneras de la Cartidad de Teresa de Calcuta. Esta congregación vive en un gueto de la capital Lilongüe, si bien su misión esta en las áreas rurales de Likuni, un distrito alrededor de la capital del país.

En Likuni, Ana y su hermana conocieron la realidad socio económica de aquella zona rural de Malawi, con un 80% analfabetismo, máxima pobreza y desnutrición, donde “las misioneras hacen un trabajo impresionante” afirma Ana Guerra. En esos meses las dos hermanas hicieron campamentos, actividades para niños y niñas, repartieron comida y ayudaron todo lo que podían a las misioneras. “Las infraestructuras de Malawi son de barro y en épocas de lluvia u olas de calor esas pobres construcciones se desmoronan; los niños y niñas de Likuni daban clase sentados en el suelo sobre una lona que colocaban las religiosas, a pleno sol. Solo se suspendían las clases en caso de lluvia”, recuerda Ana. Las misioneras comenzaron una pequeña construcción para impartir las clases a cubierto, pero por la escasez de recursos económicos quedó parada la obra por lo que “decidimos recaudar fondos a nivel personal y familiar” y en los tres meses que estuvieron lograron finalizar la edificación. En agosto de 2022, pasados los tres meses Ana y Esperanza regresaron a sus vidas en Navarra.

Esperanza Guerra durante uno de sus viajes a Malawi.

Ana volvió a su trabajo en Pamplona (educadora social en un programa de atención integral del Gobierno de Navarra para jóvenes migrantes denominado Kideak), pero la experiencia vivida en Malawi “me dejó una espina clavada y decidí dejar mi trabajo y volver a Malawi con mis ahorros”. Alquiló una vivienda en la capital y volvió con las misioneras a ayudar a la población de la zona rural de Likuni, comenzando una segunda construcción, gracias a las aportaciones de familiares, amigos y amigas.

Así pasó otros 9 meses ayudando en lo que surgía como repartir comida o dar clases de inglés ya que aunque el idioma nacional es el Chichewa, el oficial es el Inglés, aunque en las zonas rurales no lo hablan por lo que las misioneras enseñan a los niños y niñas el inglés para que cuando salgan de las áreas rurales puedan comunicarse. Ana Guerra para poder ganarse la vida y pagar alquiler y manutención daba clases de español.

El inicio

En diciembre de 2023 Ana Guerra regresó a Navarra por la boda de su hermana mayor pero sin haber finalizado la segunda construcción (cada edificio es para 40 niños y niñas) y con la idea de viajar un año a la India. Un día antes del viaje, el 21 de enero, celebró en Valtierra, con una asociación activista de afro-descendientes de Pamplona, un evento solidario para recaudar fondos y acabar la segunda construcción en Malawi. Recaudaron más de mil euros, y los asistentes la animaron a seguir con proyectos en Malawi, por lo que “ante tal acto de cariño y aprecio de mis vecinos y vecinas no pude contenerme y lloré emocionada acompañada de mi familia”. En ese momento decidió suspender su viaje a India y crear Sangalala. Como se necesitaban 3 personas para registrar la asociación se unió su hermana Esperanza y la mejor amiga de ésta Beatriz Garcés.

Esperanza Guerra rodeada de niños y niñas en Malawi.

En abril de 2024 Sangalala organizó otro evento solidario (ciclo indoor spinning) para recaudar fondos para seguir con proyectos en Malawi. Mientras Ana Guerra realiza su labor social en Malawi, Esperanza y Beatriz siguen con sus trabajos en Navarra y Ana Guerra ha pasado a trabajar en un colegio internacional en Lilongüe como profesora de castellano. En agosto Ana volvió a Malawi a asentar las bases de Sangala que está en proceso de registro en Malawi, porque aunque en Navarra ya es oficial, no así en el país africano.

En la misma zona rural donde ya se realizaron dos edificaciones la asociación quiere comprar unas hectáreas para su proyecto a largo plazo que es la construcción de una comunidad allí en Masinja Ta Malili en el distrito de Likuni, una población muy empobrecida donde hay colegio de Primaria, pero al finalizar este ciclo educativo los alumnos no tienen donde seguir los estudios. Así que quieren montar una pequeña comunidad dotándola de una guardería, colegio de Primaria y colegio de Secundaria, en la misma zona construirlo todo.

Sangalala ha nacido en 2024 como asociación, como ONG, “pero es un trabajo de dos años, desde 2022, que ha dado sus frutos y es muy gratificante ver que estos niños y niñas que en 2022 cuando llegué a Malawi daban clase sentados sobre una lona y ahora tienen dos edificios que aunque sencillos les permiten aprender y jugar bajo un techo. Ahora que somos oficiales Sangalala quiere hacer un proyecto con cabeza”. Ana Guerra volvió a Valtierra el 14 de diciembre de 2024 para, además de pasar las navidades con su familia, hablar con empresas y ayuntamientos, “necesitamos partidas solidarias, haremos un llamamiento para conseguir socios y socias y también quiero hacer un llamamiento a la gente a concienciar, visibilizar la problemática en Malawi, sobre todo a nivel educacional”.

Las tres fundadoras de Sangalala, Ana, Esperanza y Beatriz.

Sangalala esta registrada como una asociación en Navarra, “nuestros fines son de cooperación internacional pero estamos en proceso de entrar en la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo), pasaríamos a ser una ONGD. Somos una asociación sin animo de lucro, ayudamos a conseguir un fin sin lucrarnos en ningún sentido. Si entramos en la AECID, Sangalala recibiría ayudas del Estado y ése es ahora nuestro objetivo”. Mientras tanto logran financiación a través de empresas privadas, captación de socios, eventos solidarios, visitas a colegios... “hacemos un llamamiento a la gente de que estamos abiertas a que la gente nos haga donaciones. Recientemente un vecino de Valtierra se casó y el regalo de bodas lo donó a Sangalala, un par de chicas de Noruega han hecho una donación, el colegio de Arguedas hace una carrera solidaria en enero y lo que recauden y el Ayuntamiento de Valtierra nos da partidas solidarias”.