Estrella Iriarte, la costurera que viste la historia del Reyno de Navarra
Esta artesana artajonesa firma las prendas que este fin de semana darán rigor histórico y color al Privilegio de la Unión en Pamplona
Los Medievales de Artajona, de Olite o el Privilegio de la Unión de Pamplona. Son varias las festividades en las que Navarra regresa varios siglos atrás para recordar y poner en valor sus orígenes, y todas ellas tienen una cosa en común: las ciudades y sus vecinos se vuelcan al completo. Decoran calles enteras, comercios y se visten según la época. Para esto último, hay quien se esmera en que las recreaciones sean lo más exactas posibles, como es el caso de Estrella Iriarte, una mujer de Artajona que durante el confinamiento vio el momento perfecto de aprender sobre moda medieval y llevarlo a la práctica. “Mi madre y mis tías eran costureras, así que desde pequeña he visto coser. Con el tiempo hice un curso de corte industrial por perfeccionar lo que sabía”, explica Estrella. En el año 2020 comenzó a colaborar con el Ayuntamiento de Artajona confeccionando los trajes de sus Fiestas Medievales. “Para hacer estos trajes me puse a investigar y vi que no eran muy complicados”.
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A partir de ahí, lo que empezó como un apoyo puntual se convirtió en una labor constante. Con la pandemia como telón de fondo, Estrella se volcó en la investigación. “Tenía mucho tiempo y me puse a leer estudios, artículos, incluso trabajos de fin de grado. En la Cámara de Comptos encontré muchísima información sobre lo que se compraba, lo que se vendía y cómo se vestía en Navarra. El vestuario de aquí era distinto al castellano, al aragonés o al francés, que era la gran influencia de la época de Carlos III”. Esa diferencia entre reinos y burgos se convirtió en su campo de estudio y de práctica, y desde entonces no ha dejado de coser ni de documentarse.
Privilegio de la Unión
Su trabajo se podrá ver este fin de semana en Pamplona, en la celebración del Privilegio de la Unión, donde comerciantes del Casco Viejo y miembros de Muthiko Alaiak vestirán piezas confeccionadas por ella. “El Ayuntamiento me pidió trajes para los comerciantes, que este año sacan sus negocios a la calle. Cada uno irá vestido según su gremio”. En total, unas 70 personas entre comerciantes y actores vestirán con prendas que han pasado por sus manos.
Entre esos encargos hay también varias novedades. Por primera vez, los tres burgos estarán representados con trajes específicos en los colores de sus estandartes: azul, rojo y verde. Además, ha confeccionado trajes para la ceremonia de coronación de Carlos III, en la que participa la asociación Muthiko Alaiak. “Ellos ya tenían vestuario, pero la mayoría es para niños. Me pidieron tallas adultas y he adaptado los modelos”. A todo esto se suman los grandes pendones que cuelgan ya en las entradas de cada burgo, de casi cinco metros de largo, realizados también por ella.
El cuidado que pone en cada puntada responde a su empeño por ser fiel a la historia. Aunque no siempre es fácil. “Lo complicado es la comodidad. La gente quiere trajes cómodos, que no piquen, que no molesten. Pero en la Edad Media no era así. Un sayo de paño pica, y debajo llevaban lino. Y en aquella época no se planchaba. La gente me dice: ‘queda feo para la foto’. Pues es lo que había. Solo los ricos podían planchar”. Lo mismo ocurre con los tocados femeninos. “Hoy en día las mujeres prefieren ir a la peluquería y no ponerse nada en la cabeza. Pero una mujer casada no podía enseñar el pelo en público, ni cristiana, ni judía, ni musulmana. Era costumbre”.
Moda medieval
Esa fidelidad histórica le ha llevado a estudiar con detalle el contexto de los siglos XI a XV. “En tiempos de Carlos III hubo una pequeña glaciación. Las temperaturas bajaron y empezó a usarse mucho la piel. Venían de Francia, Inglaterra o Alemania. El lino se usaba mucho, ya que el algodón era carísimo; y lo normal era la lana y las pieles”. Las diferencias sociales se veían en los materiales y los colores. “Cuantos más colores llevaba un traje, más dinero costaba la tela. Y no era lo mismo tener piel de conejo que de armiño. Las de lujo, como la marta cibelina, venían de Rusia”.
En paralelo a la climatología, también las transformaciones sociales influyeron en la moda. Tras la peste negra y las hambrunas, la población empezó a mostrar un espíritu más independiente y vitalista. Se tradujo en sayas con escotes más pronunciados, sayos masculinos más cortos, calzas a la vista, bordados complejos, mangas perdidas o capuchas amplias. “Intento ser lo más fiel posible, pero también hay que tomar licencias. Para un teatro no necesitas lo mismo que para una recreación. Y para desfilar en Pamplona, no puedes poner a alguien con una capa de armiño. Se recocería”.
Este fin de semana, Pamplona revivirá la unión de sus burgos bajo el reinado de Carlos III. Y entre los colores, las telas y los pendones, estará presente la labor de una costurera artajonesa que, desde su taller, cose también la memoria de Navarra.