La primavera ha llegado este lunes a Ansoáin con doble motivo de alegría: buen tiempo y puesta de largo del centro diurno comunitario Lapurbide, que se suma al local de Ostoki en la oferta para el envejecimiento activo de las personas mayores de la localidad. La fiesta ha aglutinado a una buena cantidad de vecinos que disfrutaron de las actuaciones del coro Idaki, coro de la asociación de jubilados Ezkaba y el grupo de sevillanas y castañuelas.

En la presentación el edil responsable de Servicios Sociales, Aritz Ayesa, ha recordado el diagnóstico que sirvió como punto de partida para este proyecto: 1.700 personas de Ansoáin, el 15% de su población, tienen más de 65 años. Y 385 vivían solas en 2020, tres de cada cuatro, mujeres.

Ha destacado la necesidad de dar “visibilidad al proyecto a pie de calle. Es importante que el local transmita cercanía, calidez y transparencia... Ponernos en medio del pueblo y traer a las personas jubiladas es darles visibilidad e importancia”. Se ha referido a la actuación coordinada con el centro de salud, de salud mental y con la Mancomunidad de Servicio Social de Base del Ayuntamiento, la colaboración indispensable de Fundación Caja Navarra y Gobierno de Navarra para sostener el proyecto –en el acto han participado el presidente de la fundación, José Ángel Andrés Gutiérrez, y la consejera de Derechos Sociales, Carmen Maeztu– así como a la implicación de los colectivos y asociaciones del pueblo.

Patricia Abad, concejala de Igualdad, ha celebrado la llegada de “este nuevo brote” de la primavera en referencia a Lapurbide, fruto de un trabajo “de largo recorrido”, “regado y abonado” por muchas personas. Siempre con “los cuidados y el cuidado a las personas en el centro del proyecto”, dijo. También con perspectiva de género y una “mirada especial” hacia las mujeres mayores.

Y ha invitado a “repensar esa imagen que tenemos de las mujeres mayores como personas frágiles y vulnerables”, una imagen “caducada” a la que es “importante darle la vuelta”.

Noelia Neri Fernández, Nerea Martínez Muñoz y Naiara Aizpuru Saraseta, las dinamizadoras del centro diurno comunitario, han explicado que es fundamental “conocer, escuchar y relacionarse con estas personas” para dar una respuesta “realista y acertada” a sus demandas. Y esperan que el local “les sirva a las personas mayores, que haga que estén a gusto, que salgan a la calle... Las personas mayores antes iban a la calle a por el pan y hacer la compra con su marido y se volvían a casa. Queremos que se animen y vengan, que se apunten a las actividades y que tengan un envejecimiento activo. Porque es la segunda adolescencia”.