mutilva - “Ponte un gorro de paja y ven de agricultor, ven de ganadero, ven de lo que quieras pero ven”. Ahí queda la invitación de la organización. El Valle de Aranguren tiene esta tarde una importante cita con el carnaval. La fiesta que una cuadrilla de jóvenes se propuso recuperar en 2004, primero rescatando personajes de otros carnavales rurales de Navarra. “Nos daba igual sacar a un momotxorro, a un herrero, a Ziripot, al Zaldiko, a Miel-Otxin... Los chavales tenían esa inquietud, así que investigamos un poco, metimos todos esos personajes en una kalejira y a funcionar”, recuerda Nano Napal, coordinador de Aranetxea, sobre los orígenes.

Ese popurrí de aquí y de allá siguió desfilando el primer viernes de carnaval. Hasta que hace cuatro años la juventud del valle apostó por darle un nuevo impulso al carnaval. Su carnaval. “Empezamos construyendo un miel-otxin más grande, y aquello cogió fuerza. Al año siguiente, al ver que había mucha participación en la calle, nos arriesgamos y dijimos, ‘¿por qué no le damos la vuelta a esto y apostamos por unos personajes propios?”, explica Fermín Cariñena, uno de los organizadores.

Con la apuesta sobre la mesa, el primer paso era encontrar al malvado. Los jóvenes del valle tenían dónde mirar. Y miraron a Góngora. “Nos olvidamos del miel-otxin y construimos al Zaramaluze, que representa la contaminación, toda esa basura que nos sobra... podía tener algo que ver con el vertedero”, añade Fermín. Después al gigante de cuernos y color verde no tardó en brotarle una comitiva igual de repelente. Una rata institucional con sombrero y frac, un cuervo de mal agüero o media docena de zaborrines, secuaces llenos de incordio que se dedican “a meter miedo a la gente”, dice Alejandro Verde, uno de estos personajes.

Frente al eje del mal surgió el pueblo, representado en agricultores, ganaderos, carniceros, panaderos y demás oficios. Con el pueblo viajan diez brujas con su carro de pócimas y conjuros. Como la cosa crece y va a más, este año el carnaval presenta en sociedad y como novedad a una segunda bruja giganta que responde al nombre de María de Zozaya, “la única que en el auto de fe de Logroño se declaró bruja hasta el final”, explica Fermín sobre el carácter histórico de este personaje. El bando que busca espantar a la contaminación lo lidera Lodi, encargado de ajusticiar al Zaramaluze escopeta en mano.

chocolatada y ‘kalejira’ La programación no oficial arranca hoy con “una comida como dios manda”, reconoce Endika Osácar. Una previa “ineludible” para toda la cuadrilla implicada en la organización del carnaval, más de 60 personas del valle entre brujas y zaborrines, agricultores y ganaderos, los joaldunak de Aranguren (este año en su 5º aniversario), las dantzaris txikis, gaiteros, txistularis, trikitilaris, etc...

A las 18.00 horas se ofrece el tradicional reparto de chocolate a las puertas de Aranetxea. Y aproximadamente una hora más tarde, cuando empiece a oscurecer, saldrá la kalejira en dirección a la bajadica de Irulegui (la cuesta del cementerio), donde el Zaramaluze hará acto de presencia y el pueblo y las brujas intentarán sin éxito hacerle frente. No podrán con él. “En la propia bajada hay una imagen muy potente”. La rata y el cuervo se suben a un balconcillo desde el que lanzan basura al pueblo y anuncian “la llegada del sheriff”, cuenta la rata Ekaitz Sarasa.

un malvado que no arde En el Ayuntamiento viejo rata y cuervo representarán una nueva escena, “una especie de pacto en el que dicen que han venido para quedarse”, concreta Fermín, y ya en la plaza “el Zaramaluze parece que toma el lugar, pero las brujas, apoyadas por el pueblo, consiguen hacerle retroceder”. Finalmente Lodi disparará al Zaramaluze, que una vez más escapará herido. En Mutilva, Zaramaluze no arde. “Nos dimos cuenta de que la contaminación no puede desaparecer. Es algo alegórico; este año hemos conseguido paliarla, pero volverá porque la basura siempre vuelve”, resume Fermín. El pueblo celebrará entoncesla huida de Zaramaluze con música y dantzas, incluida una compuesta para la ocasión, con un lunch final para los participantes.

“Este pueblo ha sufrido una transformación importante. Se ha construido mucho y ha venido mucha gente. Y es muy bonito ver cómo Mutilva trabaja por una identidad y ha generado unos carnavales propios tan participativos. Esto mezcla a un montón de gente de mundos diferentes. Pero todos tenemos en común que somos de Mutilva y que nos gusta el carnaval”, confiesa satisfecho Fermín. La intención de todos es la de seguir creciendo.