El problema de la lenta descomposición de los microplásticos, haciendo referencia a productos provenientes del petróleo de un tamaño menor de cinco milímetros, que puede durar hasta miles de años, es una de las preocupaciones candentes en la comunidad medioambiental. En cambio, la sociedad parece no haber tomado todavía conciencia de la magnitud del asunto ya que los volúmenes de estos deshechos siguen siendo masivos. ¿Marcaría alguna diferencia saber que un navarro come cerca de tres Barbies anuales en forma de microplásticos?

Esta es una cuestión que plantea el geólogo navarro Antonio Aretxabala, quien junto a otros 400 voluntarios participó el pasado 23 de enero en la limpieza de todo el parque fluvial de Pamplona y su Comarca, organizada por las asociaciones que conforman Alianza por el Clima. Una jornada en la que se retiraron medio centenar de contenedores con basuras y residuos contaminantes, la mayoría objetos de plástico.

Durante dicho auzolan Aretxabala no hizo más que confirmar una de las preocupaciones que rondaba su mente tiempo atrás: la dispersión de caucho granulado y microplásticos desde campos de fútbol de hierba sintética, concretamente en el barrio pamplonés de San Jorge. Y es que el 97% de la superficie del citado campo de fútbol, situado en una de las denominadas llanuras de inundación, fue cubierta por el agua en la riada del pasado 10 de diciembre, desplazando de esta manera una gran cantidad de caucho reciclado de neumáticos que se usa en estos campos de césped sintético.

Estos terrenos de juego contienen entre 100 y 120 toneladas de caucho -que contiene hidrocarburos aromáticos policíclicos, que son cancerígenos-, de las cuales entre 3 y 10 toneladas se pierden o dispersan al año debido al desgaste natural. “La lluvia se lo lleva, los jugadores sacan el caucho en los zapatos, la ropa y hasta en el pelo... No sabemos cuánto material se ha podido dispersar debido a las inundaciones, es algo que debería calcular la Administración, pero yo estimo que, si no es casi la totalidad, son más de 50 toneladas sin ninguna duda”, sentencia el geólogo.

Campos de 3ª generación

Este fenómeno es algo que se ha ido dando a lo largo de las décadas en el campo de San Jorge, en otros de la Comunidad Foral, y en otros tantos repartidos por todo el continente. De esta forma, tras las devastadoras inundaciones que asolaron Alemania en 2021, la Unión Europea “entendió que estos campos no habían sido un buen invento porque se arregla el problema de la acumulación de los neumáticos dándoles una segunda a costa de un desastre mayor”, explica Aretxabala.

Así las cosas, la Comunidad Europea decidió dejar de utilizar la fórmula de los llamados campos de tercera generación -los que utilizan neumáticos granulados- y ofreció una serie de indicaciones para minimizar los riesgos, tanto para el medioambiente como para la salud. “Unas pautas que no se cumplen en San Jorge, ni de lejos”, dice el geólogo. Por su parte, Alemania dio un plazo de seis años para retirar estos campos.

Entre las posibles alternativas tecnológicas a los campos de tercera generación, caracterizadas por ausencia de toxicidad y por un menor coste medioambiental, Aretxabala propone las siguientes: los campos de hierba artificial con fibras orgánicas -una mezcla de material tamizado de corcho y coco en lugar de neumático granulado-; las pistas de tierra batida -no es habitual que se utilice porque se suele vincular a las caídas y raspaduras de los jugadores-; y los campos de hierba natural, que son los ideales, pero más caros.

“Desde que publiqué el informe del caso de San Jorge no he parado de recibir llamadas de madres y padres preocupados porque no tenían ni la menor idea de qué eran las bolitas negras con las que jugaban sus hijos. Los niños juegan con el caucho e incluso lo mascan como si fuera chicle, es una barbaridad y es peligrosísimo”, advierte.

5gR de plástico a la semana

Aunque no ingiramos este material de forma consciente, los microplásticos que no son correctamente reciclados van a parar a la cadena trófica -proceso de transferencia de energía alimenticia a través de una serie de organismos, en el que cada uno se alimenta del precedente y es alimento del siguiente-. “En el agua se lo comen los peces y también terminan en las huertas, y después nosotros nos comemos los peces y los tomates”, simplifica Aretxabala.

En esta línea, -apunta- se calcula que de media una persona ingiere el equivalente a una tarjeta de crédito en plástico a la semana (unos cinco gramos). “Esto vendrían a ser unos tres muñecos Ken y Barbie al año, aunque posiblemente un buen número de navarros que coman directamente de las huertas vayan a triplicar esa cifra debido a las inundaciones”, asegura.

las riadas no son históricas Tanto el conjunto de la sociedad como las administraciones catalogaron las riadas que sorprendieron a Navarra en diciembre de “históricas”. Un término que para el geólogo no es correcto. “Siempre se dice que son históricas, pero realmente son solo inundaciones que se producen por un montón de causas. Entre ellas que el ser humano ha modificado tanto los ríos que cada vez tienen menos caudal, pero producen mayor altura y por ello la invasión de zonas que no deberían estar construidas”, explica.

En esta línea, el geólogo lanza un dardo al alcalde de Pamplona, Enrique Maya, y es que dice que “el pobre tiene muy mala suerte porque las inundaciones más históricas, las de 2013 y 2021, han tocado con él en el Ayuntamiento. Lo que le pasa que tiene una mentalidad muy absurda porque él piensa que implanta medidas ‘contra’ las inundaciones. Tú no puedes hacer nada contra las inundaciones, lo que puedes hacer es no meterte donde no debes”, concluye.