En fiestas todo se altera o se magnifica. Las gentes y calles se engalanan, cambian los horarios o los hábitos de consumo, y los sentidos se agudizan. Son llamativos, por ejemplo, ciertos olores típicos de estas fechas que despiertan un afecto especial; como el olor de los maderos, la pólvora del torico, el aroma de las comidas u otros no tan agradables como el hedor a orín. Hay, no obstante, uno bien particular que destacaría durante esta semana: el de las calles recién limpiadas al amanecer. Con esa fragancia amaneció este sábado Tafalla dejando entrever que, a pesar de la notoria llegada de visitantes juveniles nocturnos, la noche ya no es lo que era, y la ciudad del Zidacos goza más del ambiente diurno.
Este sábado fue uno de los días mayúsculos en el calendario festivo, ya que coincidió el sábado con el día del patrón. La Corporación volvió a subir a Santa María para, tras casi una hora, bajar entre calles abarrotadas, vítores, música, algún botanazo y los clásicos protocolos del final.
Una de las particulares de este día, que anualmente solo se repite el 20 de enero –San Sebastián– es que los gigantes y dantzaris bailan la jota Pilindros al compás de la Banda de Música La Tafallesa. Fue Silvanio Cervantes (1891–1972) quien la compuso. Esta jota se la dedicó explícitamente a Tafalla, y desde entonces se incorporó obligatoriamente en el repertorio musical de diversos grupos culturales de la ciudad. Siguiendo con la historia reciente, hay una efeméride que ocurrió un día como el de ayer en 1979.
El escritor tafallés Jose Mari Esparza, entonces concejal, fue pionero en negarse a permanecer en la Iglesia durante la misa, defendiendo que se respetase “el acuerdo municipal de libre asistencia a los actos cívico-religiosos”. El hecho causó crispación en un sector de la población que lo increpó a la bajada, llegando a haber choques incluso físicos entre quienes lo defendían y detractaban. Desde entonces ha sido común la retirada varios miembros de la Corporación en la puerta de la iglesia, mientras duran los oficios religiosos, sin suscitar ya ningún incidente.
Revitalizando la plaza
Volviendo a la actualidad, cabe recalcar la actuación ayer por la noche del grupo navarro Puro Relajo. El exitoso quinteto, que solo en el mes de agosto tiene programados 24 conciertos, cumplió con su parada en Tafalla, abarrotando la plaza de Navarra de un público intergeneracional que, cada cual ha su manera, bailó y coreó tanto clásicos mexicanos como canciones populares euskaldunes. Junto con el tributo a la Oreja de Van Gogh del viernes, parece que cumple con las expectativas de revitalizar el ambiente nocturno de la Plaza, que durante años atrás se veía algo desangelada o relegada simplemente al público entrado en edad. El consistorio aumentó este año la partida presupuestaria para las orquestas festivas.