En homenaje sincero a la dedicación de toda una vida. La de Juan Manuel Ecay, dedicada al txistu y al folklore vasco y que este sábado han premiado conjuntamente Euskal Herriko Txistularien Elkartea y el Club Deportivo Oberena, al que Ecay pertenece desde los años 50.

A sus 81 años, tanto la federación de txistularis como Oberena ven en Juan Manuel Ecay una figura clave en la trayectoria cultural de la entidad y de la ciudad que la alberga. Un aprendiz que se hizo maestro. Esta mañana las dos entidades se han unido en hermandad para reconocer su trayectoria vital y en agradecimiento a su contribución a la expansión de la cultura vasca en Navarra y Euskal Herria, en un acto organizado en las instalaciones de Oberena en el barrio de la Milagrosa.

Ecay y su mujer Nieves Torres fijaron su residencia a pocos metros de Oberena. Y poco después del mediodía, hasta allí se ha desplazado una delegación de txistularis, que en kalejira acompañaron a Ecay y Torres hasta la misma puerta de la entidad deportiva, donde fueron recibidos por los dantzaris de Oberena en una suave mañana de primavera.

A las 13 horas ha tenido lugar el acto de entrega de la medalla de honor en el interior de las instalaciones donde han intervenido Iñaki Eguren, presidente de Euskal Herriko Txistularien Elkartea; el presidente de Oberena, Juan Eseverri; y el propio Juan Manuel Ecay. El broche final lo ha puesto una comida de hermandad entre todos los asistentes.

De alumno a maestro

Por definición, Juan Manuel Ecay es un “Iruñatarra de los de verdad, de los nacidos (1941) en la calle Calderería”. Así lo define Mikel Madinabeitia miembro del grupo de los txitularis de Oberena, en un artículo biográfico que escribió para la revista de la entidad. Madinabeitia conoce bien a Ecay. Los caminos de ambos se cruzaron en 1972, cuando Madinabeitia empezó a recibir clases de Ecay en a Escuela de Txistularis de Oberena, ubicada en el frontón Labrit.

Entonces Ecay ya llevaba 30 años ligado a la entidad, “desde que empezó a formar parte del Grupo de Danzas de Oberena cuando tenía 13 o 14 años”. En esos primeros años Ecay aprendió de txistularis precursores como Echamendi, Belzunce o Bravo (atabal), Policarpo Garay o Germán Larraz “quien le enseñó sus primeros pasos al txistu y le regaló su primer instrumento, que por descripción sería un ixkibo” (txistu de boj), resume Madinabeitia. Iñaki Arana y Ecay tocaron mano a mano el txistu en infinitas celebraciones durante 18 años y con Larumbe completaron la formación de txistularis de Oberena.

Con Nieves Torres tuvo cuatro hijos, todos ellos dantzaris de Oberena, ampliando la saga de bailarines de los Ecay-Torres a una nueva generación.

Lo de ayer fue un homenaje honesto y profundo toda una trayectoria, aún viva porque su entusiasmo por el txistu le ha hecho estar dispuesto a ayudar en lo posible. “Juan Manuel hizo que se multiplicara el número de txistularis activos de Navarra”, resume Mikel Madinabeitia, prueba que lo de ayer fue un ‘eskerrik asko’, salido de lo más profundo del corazón.