PERALTA - Para tener la nevera algo llena no tengo otra opción que quedarme quieto ante los toros. Así se manifestaba un exultante Francisco Montero tras salir en hombros por segunda vez de la feria de novillada picadas de Peralta, que finalizará hoy con utreros de Ana Romero. El chaval de Chiclana de la Frontera, tras cortar tres orejones en la novillada de Dolores Aguirre del pasado día 1 de septiembre en este mismo ruedo, pasó su único vestido blanco y plata del que dispone por un balde de lejía y se lo calzó otra vez para sustituir al anunciado Parrita y volver a estar en novillero ante un excelente encierro de José Antonio de Luis. Y lo hizo con una disposición, valor y efectividad que no se recuerda en muchos años en pagos forales. Un revientacalderas en toda regla. Dispuso de un Oloroso, el tercer pincha de la función para manufacturar una faena completa con capote y muleta donde no faltó nada: desde las largas de rodillas de saludo, como el toreo total con la muleta. Espazado un pelín desprendido y una oreja muy importante. El palco, con el criterio exigente que manda la categoría de esta plaza le negó un segundo trofeo pedido con mucha fuerza. Más vale que el gaditano pudo salir vivo tras estoquear al sexto, Fundidor. Si lo hubiera hecho por la puerta de la enfermería y camino del hospital; o no hubiera estoqueado al prenda y tiazo Fundidor, hubiera sido una injusticia el que su puesta en escena en conjunto no hubieran valido las dos orejas que acreditan la fotos victoriosas en papel y en redes. Portagayola de silencio maestrante, de emoción y congoja profunda. Él, quieto ante la fiera corrupia, regateadora de más que aviesas intenciones. También con la franela. Volteretón tremendo. Espadazo de héroe.

Y Francisco se fue con sus fieles y brillantes peones, Ismael Mora y Daniel Hernández al Lidel a por viandas para la nevera y otra botella de Neutrex.