"El proyecto de Coscolín es una cabeza de puente como un primer paso para desatascar y romper la línea del Casco Antiguo abandonada y que sea el inicio de la rehabilitación de este barrio". Con esta pretensión, el despacho de arquitectos Blasco&Esparza han diseñado el proyecto para recuperar la zona del Horno de Coscolín en el corazón de Tudela, junto a la Catedral. Una obra que estuvo abandonada durante más de 20 años, que el anterior Gobierno de Navarra y Ayuntamiento puso de nuevo en marcha y que continuarán las actuales administraciones. Si se cumplen todos los plazos, se espera que a mediados de 2020 empiecen las obras y será uno de los proyectos que más cambien e impulsen la ciudad en las últimas décadas.

Esta zona se encuentra en la parte más alta de Tudela entre dos ríos urbanos que marcan su fisonomía, el Mediavilla y el Queiles; una parte elevada que quedó entre una y otra muralla, marcadas por sus orillas y que desde hace décadas se fue abandonando.

En la presentación del proyecto el arquitecto Curro Blasco explicó que la nueva plaza se basa en la idea de patio "como punto gravitacional", por eso el espacio que nazca será "una plaza que no compita con la Plaza Vieja y que es la única manera de intervenir. Una plaza que conecta varias calles y niveles que permite coger la parte rehabilitada del barrio y expandirla".

La futura urbanización del antiguo Horno de Coscolín (hoy en día un lugar en ruinas) se abordará en dos fases. La primera abarca parte de la plaza, dos edificios y la conexión con la plaza Vieja y está ya terminada a falta de comenzar a dar las licencias. La segunda fase se centraría en la parte trasera, es decir, la zona que conecta la calle Pontarrón (y cubrimiento de Mediavilla) con Fuente de San Antón y calle San Antón.

El diseño tendrá cuatro elementos distintivos: una pasaje que unirá ambas plazas, un ascensor urbano para salvar el nivel existente con la calle de San Antón, una zona verde con árboles de gran porte en el centro, y 27 viviendas de gran calidad con balcones sobre la plaza y con un consumo energético casi cero. "Es un problema arquitectónico y social. Ha tardado mucho en degenerarse y tardará mucho en regenerarse. Sabiendo que las cuentas son malas a corto plazo, buenas a medio y fantásticas a largo plazo. Quienes tengan la valentía de ocupar las primeras viviendas se van a encontrar con un proyecto muy apoyado porque hacen falta pioneros para recuperar la zona", explicó Manuel Blasco. En este sentido destacó que "no buscábamos una singularidad del los edificios. Es más un gesto urbanístico para recuperar al ciudad".

Entre esos pioneros Nasuvinsa apuesta por tener unas oficinas en uno de los bajos que se creen en los nuevos edificios, como primer paso para atraer a jóvenes al corazón de la ciudad.

Pasajes. La plaza que nazca de esta actuación y que conectará con la plaza Vieja tendrá dos pasajes de acceso a la misma, uno en la estrecha calle ya existente y otro bajo el arco de entrada al edificio que tiene un escudo heráldico en la fachada, que da a la plaza Vieja. Todos estos pasajes (habrá otro también hacia la calle San Antón) estarán iluminados.

Estilo. Según explicó Manuel Blasco, "la tipología de los edificios tendrán cierta reminiscencia a los palacios barrocos del siglo XVII y XVIII de Tudela, con grandes ventanales y con contraventanas recordando un poco a la tradición".

Coste. Esta reurbanización ha sido promovida por Nasuvinsa en colaboración con el Ayuntamiento con un presupuesto inicial cercano a los 3 millones de euros.