Papá, dicen que cuando alguien se va una parte suya se queda contigo dentro, ¡muy dentro de ti! Dicen que se llama caricia, palabra, recuerdo, mimo o abrazo. Tiene mil nombres, cien acepciones pero una sola voz. La tuya, ¡la que hubo, retuvo y nos alegró! Algunos afirman que se asemeja a una senda. Una vía al inicio en exceso estrecha y que ─poco a poco y con el devenir de los años─ se amplía y rejuvenece más y más.

Es el sendero de la vida. Un camino en el que la prisa es ─muy a menudo─ la que prima al andar. ¡Todo y todos se dan cita en ese lugar! El hambre, el cobijo, el amor, el miedo o la enfermedad. ¡Y tantos y tantos otros! Y yo me pregunto… ¿Quién dijo basta esta vez...? ¿El corazón, las plaquetas, los pulmones, el colon o la vejez?

El corazón..., ¡él desde luego no pudo ser! El tuyo era un corazón tocado ─de eso no cabe duda papá─, ¡tocado que no herido! Las plaquetas… ¡un momento! ¿Y si fueron todos a una y a la vez? Sí, eso sin duda debió suceder... ¿Cómo si no se quiebra una roca?, ¿cómo acaso se rompe un diamante? ¿Y cómo una estrella ─y con ella─ la voluntad de un gigante? Mi gigante, nuestro gigante, el gigante de todos.

"¡No puede ser!" ─me dijo una enfermera hace años en el hospital─. "Sin plaquetas y operado a corazón abierto es… ¡Sencillamente no es posible!, ¡no puede ser, tu padre no podrá...!". ¿No podrá?, ¿por qué?, ¿por qué no puede ser? Lo imposible es lo posible que uno deja a un lado. Arrinconado en el barbecho ajado de la historia, ese que sigue y sigue sin cultivar. ¿Era eso no?, ¿no es así?

¡Qué equivocada ha estado la medicina contigo siempre!, ¿verdad papá? ¡Equivocada y agradecida! Confundida por no llegar a entender en realidad tu caso... Y agradecida por ser tú ─una y otra vez─ el conejillo de indias que se ofrecía por y para la ciencia.

¡El mejor consejo que he recibido nunca me lo dijiste tú! Fue en aquella cabaña en el monte almorzando..., ¿lo recuerdas? "Los sueños están para cumplirlos. Hay que pelear por ellos hasta el final". Y eso has hecho, ¡hasta el final del camino has ido!

Es momento ahora de mirar hacia atrás. De ver el largo y bonito trecho recorrido juntos. De intuir ─con la claridad que da la distancia─ lo azaroso que debió ser para ti esa senda. Un camino jalonado por mil y un repechos, uno y cien baches, una montaña rusa de emoción. El perfil quebrado de una vida entregada por entero a otros. A mamá, a tus hijos, a los amigos y a tantos otros. Y también ─y como no puede ser de otra forma─ al pequeñín de la casa, nuestro querido perrito Toby.

P.D.: dicen que somos parte del recuerdo que dejamos en el corazón de otras personas. Se dicen tantas y tantas cosas y todas tan bonitas de ti. Yo te digo hoy tan solo una: cuidaremos de mamá con mimo. Nos cuidaremos unos a otros, eso seguro, ya sabes, como hemos hecho siempre.

Solo dentro de ti existe ese corazón que anhelas.

Corazón para amar...

y anhelo sin límite por querer vivir.

Abrazo, dicha y recuerdo.

¡Te quiero papá!