Tantos años frente a las cámaras y delante del telón han dotado a Juan Echanove del don de dar vida a quien sea, en el momento que sea, pero siempre con la misma esencia, la que solo la experiencia y las ganas de contar otorga. El actor, con el que muchas generaciones han crecido a través de producciones como Cuéntame, nunca deja de trabajar, aunque también encuentra tiempo para desarrollar otra de sus grandes pasiones, la gastronomía. Ahora, Telecinco acoge la segunda temporada de la serie Desaparecidos, de la que él es uno de sus orgullosos protagonistas. 

¿Hubo alguna vivencia o experiencia que marcara su deseo de dedicar su vida a la interpretación?

Yo empecé haciendo teatro en el colegio. Seguí haciendo teatro cuando empecé la universidad, luego seguí haciendo teatro y dejé la universidad, y no hubo nada realmente que me mandara ser actor. Lo que sí que es verdad es que a mí me fascinaba ir al teatro y al cine, y me interesaba más lo de dentro que lo de fuera. Me interesaba bastante más lo que había detrás del telón que fuera. Y eso yo creo que es lo que me lanzó a determinar ya directamente que mi vida sería la interpretación.

¿Y qué surgió antes, su amor por las cámaras o por los escenarios? 

Por los escenarios. Al final, empecé haciendo teatro. Que me llamaran para hacer una película, es algo que ocurrió aproximadamente cuando yo tenía veinte años o por ahí.

Desde entonces, ha participado en multitud de series y películas, y la mayoría ha marcado a generaciones enteras que han crecido, madurado y se han incluso enamorado mientras le veían a usted crecer en la pantalla. ¿Cómo se vive una trayectoria con tan buenos momentos?

De la misma manera. Yo es que he ido creciendo a la vez que también iba creciendo lo que transmitía yo como actor. La vida para mí es una vida sencilla en la que entiendo que tengo un trabajo maravilloso, que es el de dar vida a personajes, ser intérprete, ser director... Ser muchas cosas dentro de este negocio del espectáculo. Y lo cierto es que siempre he valorado, lo que más, la vida tranquila, y la vida lo suficientemente rica e interesante como para poder tomar de ella los ingredientes necesarios para poder convertirlos en personajes. 

Es cierto que la interpretación permite vivir muchas aventuras, ponerse en multitud de pieles... En ese sentido, ¿qué papel le gustaría interpretar? 

Yo los papeles en teatro generalmente sí que los escojo. Los proyectos los escojo e incluso muchos de ellos los genero yo. Pero la verdad es que no tengo un personaje ideal al que quiera llegar. Lo que quiero es que los personajes que vaya decidiendo hacer, o interpretar, o los que me toquen en suerte -porque a veces no eres tú quien decide- sean personajes en los que me pueda sentir realizado como actor. Este es mi objetivo. Luego hay veces en que unos te gustan más, otros que te gustan menos, pero eso ya no depende de mí. Para mí, lo que tiene que tener un personaje para interesarme -incluso lo que tiene que tener un personaje para que yo sueñe con él-, es que yo pueda hacer mi trabajo de la mejor manera posible. 

Ahora vuelve a Telecinco Desaparecidos, la serie. ¿Qué supuso para usted volver a ponerse en la piel del inspector jefe Santiago Abad?

La verdad es que teníamos muchas ganas de que lo vieran en abierto, esta segunda temporada, muchos espectadores, porque realmente hace un año que terminamos de rodar la segunda y la tercera temporada. 

¿Con qué sabor de boca cree que se van a quedar los espectadores con el transcurso de esta serie? 

Es una serie muy humana. Los personajes son muy reconocibles y las cosas que ocurren a veces te congelan el corazón porque son así. Porque la vida que se genera en torno a este fenómeno de las desapariciones, tanto por las personas que las sufren -familiares, allegados, etc.- como por parte de quienes los buscan, son así. Y que los espectadores puedan comprobar esa realidad palpable me parece muy interesante.

¿Hay algún proceso de documentación y preparación detrás de este personaje? 

Desde el primer momento de la primera temporada tuvimos un asesoramiento por parte de Joaquín Amills realmente maravilloso. Joaquín Amills dirige la asociación de SOS Desaparecidos, ha sufrido la desaparición de un ser querido -su hijo- y sigue buscándolo y sigue buscando a todo el mundo. Dedica su vida a buscar a las personas desaparecidas. Tuve un asesoramiento por parte de él exhaustivo. Y luego por parte también de la Policía, del Cuerpo Nacional de Policía, para que realmente nuestro trabajo, nuestra interpretación, nuestra ficción, tuviera una identificación con la realidad. No se trata de inventarnos cómo suceden las cosas, sino atender sencillamente a cómo ocurren. Pero eso ya fue muy al principio. Luego ya, a medida que hemos ido rodando, la verdad es que yo siempre he mantenido un contacto directo con SOS Desaparecidos. De hecho, tengo en el móvil todas las alertas que surgen y miro las fotos por si algún día tuviera de repente la fortuna de encontrar o de ayudar a encontrar a alguien que haya desaparecido. 

A veces no somos conscientes de que las desapariciones se dan más a menudo de lo que pensamos, ¿no?

Sí. Hay que tener en cuenta que mil personas al año desaparecen en España en casos donde no se vuelve a saber de ellas, o se sabe muy difícilmente de ellas. Es tremendo, son tres personas al día. Y esta es una cifra, que es la más crítica, pero al año realmente desaparecen en nuestro país por un motivo u otro unas 6.000-8.000-10.000 personas.

Cuando se enfrenta a una producción de estas características, que abordan cuestiones tan duras como las desapariciones, ¿tiene algún mecanismo para que lo que cuenta frente a las cámaras no le afecte demasiado?

El mejor antídoto para evitar que estas cosas te afecten, porque son muchas horas al día pensando en estas vicisitudes y en esta situación que sufren muchas personas, es observar el comportamiento policial. Porque nosotros hacemos una serie y estamos a lo mejor durante seis meses implicados de lleno en todo esto, pero hay gente que se dedica a la búsqueda real de estos desaparecidos los 365 días del año y tienen que aprender a convivir con esta situación. Esa fortaleza que ellos consiguen generar es lo que a mí me ha servido de alguna manera de inspiración para protegerme a mí mismo también, y que no me afecten excesivamente las cosas que estoy interpretando.

Supongo que contar con un reparto como el que le ha acompañado también habrá ayudado.  

Por supuesto. Es increíble, absolutamente necesario. Los trabajos buenos, las buenas series de televisión, no responden a criterios personalistas de uno o dos actores o actrices, responde a un elenco. En toda esta serie hay un elenco -no solo de actores protagonistas, sino también de actores secundarios, pequeñas colaboraciones, etc.- compuesto por unas ciento y pico personas dedicadas a que todo salga muy bien.

Y, cuando no está rodando, o inmerso en sus representaciones teatrales, ¿a qué le gusta dedicar su tiempo? ¿Tiene alguna afición que le ayude a desconectar? Porque también es bastante activo en Instagram. Es casi un influencer. 

Solo tengo una red social, que es Instagram, que es una red en la que no hay controversia, y la utilizo sencillamente para mostrar una vena de humor que me gusta sacar, o para sencillamente informar a la gente de cuál es el próximo lugar en el que voy a actuar. Creo que no doy el perfil de influencer (risas). 

Hacer reír es un arte. Podría ser influencer de la comedia.

(risas). Eso me gusta.

En sus redes sociales también habla desde restaurantes, y cuenta con un libro de cocina. ¿Tiene algún plato estrella?

Me desenvuelvo bien en la cocina. Cocino muchísimo y llevo muchos años haciéndolo. Hago de todo, depende de la estación y de las materias primas que vea en el mercado. Afortunadamente la cocina me ha dado la posibilidad de poder ir al mercado y saber cómo puedo cocinar todo lo que veo. Eso es lo mejor. 

Y, hablando de gastronomía, imposible no pensar en la CAV y en Navarra. ¿Hay algo que le guste hacer especialmente cuando pasa por aquí? 

Pasear, sentirme en contacto con la naturaleza, ir de potes con mis amigos...

El buen comer, ¿no?

Sí, también, y luego disfrutar muchísimo, especialmente de una ciudad que yo adoro, que es Bilbao, porque supongo que tengo muchas raíces también ahí metidas. Tengo muy presente la transformación de Bilbao porque he ido cumpliendo años a medida que se iba haciendo, y me parece que es una maravilla.