Al hilo de los gastos que supone el tema de los farolillos que se lanzarán al aire la semana que viene en Pamplona y que comentamos ayer, me acuerdo que uno de los capítulos de gastos que va a encarar el Ayuntamiento de Pamplona, pero que vale para cualquier ayuntamiento o administración, es el de los conciertos en directo. Leí que traer a Iván Ferreiro el día 28 va a suponer 32.000 euros, de los que se descontarían los ingresos que pueda haber por taquilla. Yo, la verdad, siempre he estado bastante en contra de que las administraciones públicas estén para sufragar conciertos de estrellas o de artistas consagrados. Sea Bob Dylan o Elvis Presley reencarnado.

Respeto total a Ferreiro y su música, que me parece estupenda, y ninguna queja sobre su caché o gastos totales, que él sabrá, pero mi sensación va más hacia la idea de que los ayuntamientos tienen que tirar más hacia grupos locales y no a gastarse buenos presupuestos en días únicos que, con ese dinero, puedes ofrecer un buen puñado de cosas a lo largo de todo un año entero.

No está el dinero ni para lanzarlo por el aire aunque sea poco ni para, creo, que se evapore tras hora y media, por bueno que sea el concierto. Siempre he defendido que tiene que ser la iniciativa privada la que asuma esto y si no la hay pues no la hay, pasando el papel de las administraciones simplemente al de facilitadores vía espacios, recintos o ayuda. Y que con las entradas cada artista vaya reajustando su caché, que, por lo que se ve, están inflados de manera bastante alta, siendo conocedores como son de que detrás de la mayoría de contrataciones están ayuntamientos, diputaciones, comunidades y, en definitiva, dinero público.

Ojalá vaya muy bien y se recupere mucho dinero vía entradas -ya agotadas-, pero, la verdad, es una práctica que nunca me ha terminado de gustar cuando hay tanta necesidad en los circuitos locales.