La Humanidad está en riesgo. Ahora mismo no sabría decir si es más peligroso el asteroide que puede colisionar con el planeta en 2032 o los planes megalómanos de Donald Trump para convertir el mundo en su cuarto de estar.
Las posibilidades de que ocurra lo primero son del 1%; lo segundo, ya está pasando. Un chalado anda suelto y puede suceder cualquier cosa, por increíble que nos parezca. Lo más reciente es la ocurrencia de convertir la devastada Franja de Gaza en una ciudad de vacaciones.
El primer paso, como insinuó el presidente de EEUU, es sacar de allí a dos millones de palestinos y trasladarlos a algo parecido a las reservas indias donde encerraban a las tribus autóctonas para arrebatarles las tierras. Adoptando un papel de benefactor que no se lo cree ni Melania, sugiere buscarles un rinconcito alejado de las ruinas del poco terreno que resiste al afán colonialista de Israel.
El trabajo metódico del Ejército sionista arrasando edificios y vidas se antoja parte de un plan que va más allá de una respuesta a la anterior matanza de Hamás: es una oportunidad de negocio. Un empresario del sector hotelero como Trump bien lo sabe. En fin, empiezas con los palestinos, sigues con los panameños y rematas con los canadienses. El asteroide llegará tarde.