Es curioso. Estuvo este viernes en Tudela la consorte del hijo del Escapao, la muy natural, elegante y solidaria y todo esto. Vino a una cosa del Festival de Cine de Tudela, que es un festivalazo, pero que tiene estas cosas, que invita a estas gentes vaya usted a saber por qué. El caso es que es curioso porque esta vez –es la cuarta vez que viene a Tudela al festival– vino a la Muestra de Cine Español, mientras que las anteriores era al propio festival, el Ópera Prima.
Y lo gracioso es que le tocó asistir a un homenaje a los 40 años del estreno de Los Santos Inocentes, la gloriosa novela de Miguel Delibes que derivó en la no menos gloriosa película de Mario Camús, aquella en la que Paco Rabal y Alfredo Landa compartieron premio al mejor actor en nada menos que en Cannes, algo que en aquellos años se vendió como lo que era: posiblemente el mayor éxito individual de un actor –dos en este caso– en la historia del escueto aún cine español entonces. Ya recuerdan: Alfredo Landa se retuerce por el suelo con la pierna tronzada para oler el rastro de los animales que quiere cazar el señorito Iván, al que magistralmente interpreta Juan Diego, el mismo al que Paco Rabal, el Azarías, le pide que no le mate a la milana.
Vamos, que quienes la han visto saben de qué hablo, de una espeluznante puesta en escena de la España de los nobles y los terratenientes y los señoritos y sus abusos y sus privilegios y sus dineros y tierras y corte, la misma corte que día sí y día también rodea en 2025, a los designados a llevar la corona de España vaya a usted a saber por qué motivo para mí tan desconocido como el de que se les invite a asuntos culturales de este tipo, como si la película por sí sola no fuese lo suficientemente importante y legendaria. Pero bueno, cada cual organiza sus eventos como considera y quiénes somos el populacho para afear que reciban un pasamanos de vez en cuando.