Si compruebas en la primera parte que no te va nada mal el intercambio de golpes con un equipo inferior –que por eso está donde está en la tabla, y que por eso le has podido responder con tres goles a los dos suyos–, la decisión de afrontar la segunda parte echado atrás, a hacer eso que en el fútbol llaman “especular”, es algo incomprensible.

Una sola victoria en los últimos 14 partidos es una estadística para salvarse sin apuros, pero no da para esa pelea por Europa que desde hace muchas jornadas se ve posible cuando el equipo se pone a ello.

Osasuna valiente y luchador se está olvidando demasiadas veces en esta temporada de ser valiente y lo está pagando con tropiezos como ante el Valencia y como muchos otros. De triste empate en triste empate. Demasiado conformismo. Demasiados miedos. Si no hubiera equipo para más, aplaudiríamos con las orejas. Pero creemos que no es el caso.