La oferta de viviendas de segunda mano se ha desplomado en el último año, advierten los portales inmobiliarios. Si hace un año había unos 2.000 anuncios de Pamplona y Comarca entre particulares e inmobiliarias ahora oscilan entre 600 y 700.
El producto escasea aunque ha subido porque a su lado tiene poca vivienda nueva y mucho más cara (350-420.000 euros viviendas de tres habitaciones), y, en modalidad de alquiler, los precios siguen siendo inasumibles (menos de 850-900 euros hay poca cosa). Parte de ese mercado usado son parejas que prefieren comprar que alquilar (pagan menos de letra al mes) bien porque han podido ahorrar para la entrada que pide el banco (20% más gastos) o tienen colchón familiar.
Muchas personas inmigrantes que llevan más de diez años y han logrado trabajos estables también se están inclinando por la compra. Los hay también que poseen patrimonio y no quieren que le regulen los alquileres (topes en las subidas, etcétera) y venden según observan profesionales del sector desde que se aprobó la ley estatal de vivienda (mayo de 2023).
Llama también la atención el alto porcentaje de compradores que son clientes extranjeros que pueden comprar un piso con la finalidad que sea. Un mercado difícil de diseccionar pero que hay que desatacar y no veo mejor manera, además de otras medidas de choque, que promover vivienda accesible a paladas. Hoy veo parejas de Sarriguren de clase trabajadora que 20 años después tienen los hijos criados, la vivienda casi pagada y media vida resuelta.