A propósito de BSH y su cierre
"No soy empresaria, ni abogada, soy mujer de un trabajador de BSH..."
La semana pasada, mi marido recibió, como cada año, la cesta de Navidad de su empresa, con una tarjeta en la que se leía: “Esta Navidad, tú eres nuestra estrella”. Abriéndola, en familia como siempre, él comentaba la importancia de tener el sentimiento de pertenencia de empresa y el vínculo laboral casi familiar, que dan casi 30 años con los mismos compañeros, compartiendo las mejores y peores épocas laborales, asumiendo nuevos retos de mejora, miles de vivencias, acordándose de los que estuvieron en su inicio y que ya no están, pero sobre transmitiéndonos con orgullo, la suerte que tenia de formar parte de la planta BSH Esquíroz.
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Cinco días más tarde, sin olvidar todavía la leyenda de aquella tarjeta ni la charla tan bonita en familia, mi marido recibe una noticia tan dura como inesperada por parte de su empresa (la dueña de 655 estrellas de esta Navidad), anunciando el cierre de la fábrica de frigoríficos y lavavajillas con sede en Navarra. Noticia difícil de encajar, cuanto más en vísperas de Navidad.
No soy empresaria, ni abogada, soy mujer de un trabajador de BSH, un gran defensor de su fábrica, un buen trabajador y compañero. Desde el lado en el que me encuentro y desde mi posición como familiar, a través de estas líneas insto al Gobierno de Navarra a que medie, que se ponga manos a la obra y que intente por todos los medios evitar que una de las empresas más grandes de Navarra baje la persiana. Que se siente a dialogar, a interpretar los datos de la estrategia de la deslocalización del producto (muy lícita pero que no me sirve como excusa para un cierre irreversible) cuando por otro lado desde mi entender, esta deslocalización nada tiene que ver con la productividad. Ahí están las cifras para que las personas que tengan acceso muestren los beneficios anuales que ha tenido esta fábrica durante este año.
Señora Chivite, siéntese a escuchar, a inventar, a negociar otros métodos, modos de organización, diferentes medidas fiscales, o lo que sea necesario para intentar revertir esta situación.
Debería, como cabeza visible de nuestro gobierno, en representación de todos los y las navarros y navarras, exprimir todas las medidas posibles para no permitir este cierre, y así encontrar posibilidades para atenuar el impacto social que esto puede suponer en la estabilidad económica de Navarra.
Y si, en cualquier caso, no se pudiera llegar acuerdos y esta fábrica está condenada a su disolución, por motivos que obviamente desconozco (sé que una empresa jamás va a contar la verdad absoluta a los ciudadanos de a pie) debería acompañar, velar, apoyar y luchar para que los 655 trabajadores, esas 655 estrellas de Navidad de esta empresa se queden en la mejor situación posible, ante el futuro incierto que para muchos y muchas se presenta.
¡Muchas gracias y Feliz Año Nuevo!