Quisiera hablar sobre algo que muchos alumnos sentimos, aunque pocas veces se dice. En los institutos hay profesores que parecen olvidar que enseñar no es mandar.
Tratan a los alumnos como si fuéramos niños que no saben hacer nada por sí mismos.
Corrigen cada detalle con tono de superioridad y hacen que uno pierda las ganas de participar o querer aprender. A esto se le suma la presión constante de las notas.
Parece que lo único que importa es el número final, no el esfuerzo o las circunstancias de cada alumno. Algunos profesores se olvidan que detrás de las personas a las que hablan por dinero hay una persona como ellos.
Personas que dependen de la manera en la que los maestros ejercen su trabajo para poder estar bien preparados para el futuro.
Creo que los profesores deberían confiar más en nosotros y vernos como personas que están creciendo, no como simples alumnos que hay que controlar. No hace falta poner normas excesivas en el aula. Me parece un poco excesivo que no pueda beber agua en clase porque igual hay vodka en mi botella.
No veo la necesidad de que la clase parezca un tanatorio dependiendo el profesor, ya que a la mínima cosa que hagamos o estemos con un parte en la mano, fuera de clase o suspendidos.
La educación debería basarse en el respeto, la motivación y la confianza del alumno al profesor y del profesor al alumno.