yer empezó el Tour de Francia, además con una llegada en cuesta, como hoy. Finaliza el próximo 18 de julio y el 23 de julio comienzan los Juegos Olímpicos de Tokio, así que mi problema es saber ¿qué cojones hago yo 19, 20, 21 y 22 de julio? Son fantásticos los veranos así, los veranos en los que hay Juegos Olímpicos que se suman al Tour, luego a la Vuelta y si ya hay algo más te mueres del gusto. Porque sí, porque el deporte televisado ha salvado más vidas que la dieta mediterránea y la medicación juntas. Tú a alguien de mi pelaje le metes en su vida un Tour y ya me estoy levantando todas las mañanas con la ilusión de la etapa del día. Y eso que soy seguidor de Movistar -lo tengo en el adn, no se va desde 1980- y me dan más disgustos que alegrías, pero aún con todo gozo como un gorrín. Pienso que es lo bueno del deporte en general, de las grandes citas, esa ilusión que generan, más allá incluso del verdadero disfrute que obtienes viéndolas. Como los Juegos: miro las marcas que llevan haciendo los atletas todo este año y ya hay unas cuantas pruebas de atletismo que tienen pinta de ser históricas, así como la habitual emoción que deparan los deportes de equipo, la natación, la gimnasia y en general todos los deportes en Juegos Olímpicos, con los mejores y las mejores del mundo de cada especialidad dándolo todo por alcanzar sus sueños. Sí, está mercantilizado, pero no es nada nuevo, pasa hace 50 años o así: pero la contemplación de ese esfuerzo, destreza y dedicación sigue siendo un espectáculo único, algo por lo que merece la pena dejar los planes que se puedan dejar y atornillarse delante del televisor. Va a ser mi 39º Tour como espectador y mis 11º Juegos Olímpicos y cada vez me gusta más llegar a las fechas de poder verlos. Aunque luego me decepcione, da igual. Piensen en la cantidad de gente que ya no verá ni Tour ni Juegos. Somos tipos con suerte.