El PSN, con 11 escaños de los 50 que componen la Cámara foral, se maneja como nadie sobre el alambre de la aritmética parlamentaria. Cuenta para ello con una ventaja obvia. Está instalado en el centro ideológico del tablero. Esto le obliga a conciliar con la izquierda si quiere presidir el cotarro, pero se puede permitir la licencia de recurrir a la derecha cuando sus iniciativas no encuentran acomodo ideológico entre sus socios. Son propuestas que, por regla general, se anuncian sin consenso previo y con nulo margen para la negociación, lo que provoca un considerable cabreo entre sus compañeros de viaje. Son lentejas. Las tomas o las dejas.

Sin que estas broncas lleguen a marcar ni mucho menos la agenda diaria del Gobierno de Navarra, sería de ilusos pensar que estos desencuentros no causan desgaste y no entrañan cierto riesgo para el futuro de la actual alianza que rige la Comunidad. En definitiva, estamos ante una forma de tentar la suerte que no contribuye precisamente a consolidar la confianza entre sus aliados. Por el contrario, esta forma de tensar la cuerda ha supuesto una bocanada de oxígeno para las huestes de Esparza, quien ha pasado de estar más de media legislatura dando voces por el hemiciclo sin que nadie atendiera sus plegarias a sentirse alguien importante.

Recobró protagonismo dando al Gobierno los votos que le faltaban para sacar adelante la Ley del Convenio, y ahora ha repetido la jugada a cuenta de la estabilización del profesorado que imparte el denominado PAI. Un debate que, una vez más, ha vuelto a estar viciado de partida. La derecha se ha encargado de contraponerlo frente al desarrollo del modelo D, dejando de lado el detalle clave de que el euskera es lengua propia y el inglés no. Tampoco se ha dicho ni pío de los problemas que generaría este modelo en buena parte del alumnado si se viera en la obligación de tener que aprobar, por ejemplo, química explicada en el idioma de Shakespeare.

Entre tanto, sube la tensión política en Navarra, mientras Chivite reitera su apuesta por un gobierno progresista sin negar el diálogo a la derecha. Veremos dentro de un año si conserva los mismos compañeros de baile sin olvidar que, como siempre, es en Madrid donde se decide quiénes son los socios del PSN