No terminan los festejos en Diestralandia. Cuando no han dejado de escucharse los brindis por el Juanmazo, cae Mónica Oltra, la pieza que llevaban años persiguiendo. "Mónica Oltra, del baile a la dimisión «con los dientes bien apretados»", celebra en portada La Razón como ilustración, dos fotos confrontadas, una de la fiesta del pasado sábado y otra del anuncio de la renuncia, ayer mismo. Sonrisas y lágrimas. Ya van a ver que el jolgorio sabatino ha regalado munición extra a los amanuenses.

El complemento de tal primera es un editorial titulado "Mónica Oltra ha hecho lo que debía". Claro que, si siguen leyendo verán que lo ha hecho mal: "No podemos estar más en desacuerdo con la reacción extemporánea de la dirigente dimitida, por más que entendamos el terrible momento anímico por el que, sin duda, atraviesa la señora Oltra, porque no es de recibo tal ejercicio de victimismo, que pone en cuestión la probidad del tribunal encargado de la instrucción de un caso muy delicado por cuanto implica a los derechos de una mujer, víctima probada de abusos sexuales cometidos por un educador cuando era menor de edad y estaba bajo la tutela y protección de la Generalitat valenciana".

"Una renuncia inevitable", dice el editorialista de ABC. También la letra menuda matiza el titular. No se van. La echan: "En realidad, se marcha de la Generalitat forzada por su propio partido, y cinco minutos antes de que el socialista Ximo Puig la destituyese. La situación, desde luego, era insostenible, y aunque sea tarde y mal, lo que se ha presentado públicamente como una dimisión es un acierto".

Eso un caricia al lado de la gracieta del malote con pluma Jesús Nieto Jurado"La niña Mónica no tuvo, ni tendrá, ni pena ni muerte por telediario como Rita Barberá, por no irnos muy lejos de allí: sí tuvo una verbena en descargo de los suyos que, entre que se tapaban la nariz o hacían el payaso con danzón a lo Charlie Rivel por mantener la mamandurria 'botánica', pasaban la tarde pegajosa en el Cauce floreado del Turia".

Ya les avisaba de que el festejo ha sido un regalo para los asaetadores. Aquí tienen, también en el vetusto diario a Ignacio Camacho"No es necesario apelar al recuerdo de la ferocidad con que Oltra perseguía a adversarios finalmente exonerados por la Justicia. Basta con la inaudita desfachatez de la verbena sabatina, la brutal indelicadeza con el drama de una víctima, para que su salida del Gobierno fuese una exigencia imperativa".

Suma y sigue, esto de Carmelo Jordá en Libertad Digital: "Ahí quedan para los anales de la vergüenza las frases grandilocuentes de apoyo de los últimos días, los papelones que algunos han hecho en Twitter defendiendo lo indefendible y la fiestecita que se corrió su partido como si en vez de una imputación les hubiera caído un premio del Gordo".

Disparando con postas dialécticas de las gordas, José Alejandro Vara (Vozpópuli) no deja de mentar el acto: "Oltra ha caído. Se la han fumigado con la fórmula que señaló su jefe "una solución coral", como en la cinematografía de Berlanga, muy coral, mediterránea y fallera. Una degollina colectiva y urgente. Compromís se ha sacudido a su Isadora Duncan de barraca y se dispone ya a abordar cambios en su estructura. Joan Baldoví, hipocritón y jesuítico como le definen en sus filas, asumirá el control. "Si tocan a una, tocan a todos", cacareaba en la verbena sabatina de las odaliscas del progreso".

En el mismo chiringo digital, Miquel Giménez amplía la diana. No es Oltra. Son todos los malos: "El problema es que los comunistas se creen poseedores de una superioridad moral que dista a años luz de la nuestra, la de los currantes, la de quienes trabajamos para pagarles sus sueldos y su lujoso tren de vida, la de los que nos estremecemos pensando que un adulto pueda ponerle las manos encima a una criatura, la de la mayoría de españoles, incapaces de tolerar semejante infamia. Ah, pero el rojerío de salón son licenciados en teatro y en martirologio".

"El patético final de la escapada de Oltra", titula el editorial de El Mundo que, cómo no, lleva una alusión al guateque: "Solo alguien afectado por una aguda pérdida del sentido de la realidad podía pretender mantenerse en el poder, e incluso organizar una fiesta de reivindicación, en pleno escándalo. El final de la escapada de Oltra llega a regañadientes, por la higiénica presión del Estado de derecho y no por la deseable asunción de esa responsabilidad política que el populismo solo atribuye a los demás".

La última descarga es de Mayte Alcaraz (El Debate), que no se resiste a sacar a paseo ciertos espantajos: "Lo ha hecho pocas horas después de bailar, en una escena impía e indigna, sobre el sufrimiento de una niña, el código ético de su partido, los ciudadanos valencianos y sobre dos tumbas políticas que ella ayudó a cavar: las de Rita Barberá y Francisco Camps, tras decretar la muerte civil de ambos con la connivencia de algunos medios que convirtieron su escaleta en las honras fúnebres de dos personas que al correr del tiempo fueron completamente exoneradas por la justicia".