Tiene que estar bien tener un equipo al que seguir, una afición que alimentar. Lo que mueve este deporte no lo mueve ninguna causa social, ni política. El fútbol es otra cosa. Ya lo decía Juan José Campanella en el hermoso filme El Secreto de sus ojos con guión del argentino Eduardo Sacheri, uno de los maestros en unir fútbol y literatura. “Un tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”. Pasión por el fútbol, como la desatada estos días tras la brillante temporada de Osasuna que le ha colocado de nuevo en Primera División. En días como ayer da envidia ese sentimiento de quienes camiseta en mano se lanzan a las calles para festejar un logro colectivo, sabiendo que ésta es una afición que tiene que estar preparada tanto para las subidas como para las bajadas. Ayer ellos llenaron las calles, pero no fueron los primeros campeones; se les adelantaron las jugadoras del Osasuna Femenino que hace unas semanas demostraron que la pasión no tiene género. “¿Cómo se siente al ser el primer equipo en la historia que puede ganar todos los títulos en Inglaterra?”, le preguntó un periodista a Guardiola tras la victoria del Manchester City. A lo que él respondió: “La primera vez en el fútbol masculino. Las mujeres lo han hecho ya”. Pues eso, que la pasión no tiene género y el fútbol puede ser un buen camino para la igualdad.