oy podía haber sido un día para hablar aquí de la última idiotez política de Díaz Ayuso denunciando en los tribunales el reparto de los fondos covid a Navarra y la CAV. El viejo uso del Fuero como arma para señalar a un enemigo externo de Madrid. Le dedicaré unas letras a eso un día cualquiera de estos -y sobre todo a lo que digan de ello sus socios de UPN y Ciudadanos en Navarra Suma-, pero creo que además de ser una mentira más, es una cortina de humo para tratar de ocultar hechos más graves. He dejado claro en esta misma columna antes la nula consideración que tengo por el ex comisario Villarejo y sus tenebrosas andanzas por las cloacas del Estado. Un tipo fanfarrón, ultra, chusquero y patibulario que sigue deambulando de juicio en juicio. Villarejo canta y tira de la manta por su propio interés judicial. Sin duda. Pero maneja toda la información de la que es capaz un tipejo al que le han pagado por grabar, espiar y tener periodistas de cámara en un fondo de reptiles propio con periodistas para difundir y expandir esas informaciones partidos políticos, ministros, dirigentes políticos, empresarios y gente así. De los bajos fondos. La última irrupción de Villarejo ha sido soltar ante el juez que el CNI tenía conocimiento previo de los atentados yihadistas en Barcelona el 7 de agosto de 2017 que dejaron 16 personas asesinadas y decenas heridas. Un relato descarnado en el que Villarejo señala al entonces responsable del CNI, Félix Sanz Roldán, y le acusa de haber “calculado mal las consecuencias” de una presunta operación yihadista con la que quería “darle un pequeño susto a Catalunya”. Lo ha dicho en sede judicial dos días seguidos. No es la primera vez que Villarejo pone en marcha el ventilador de la porquería donde lleva años chapoteando mierda para lanzar advertencias, insinuaciones y amenazas a terceras personas y tratar de influir en favor de sus intereses en los procesos judiciales en los que está acusado. Pero más allá de que la credibilidad de Villarejo sea ninguna, las acusaciones en este acaso son lo suficientemente graves como para investigar en profundidad esas lagunas que aún quedan sobre los atentados de Barcelona. No hacer nada es un error que deja en cuestión a la propia democracia española. Hasta ahora, PSOE, PP, Ciudadanos y Vox han rechazado esa investigación en el Congreso argumentando que es una falsa teoría de la conspiración. La mejor forma de confirmar ese argumento es aclarar desde la transparencia y la verdad toda la información disponible. Los secretos oficiales no pueden ser un espacio de impunidad para eludir las responsabilidades democráticas en el esclarecimiento de acusaciones de tal alcance. Si se confirmaran, sería un hecho insostenible en una democracia con muy graves responsabilidades políticas y penales. Ahora ha sido Villarejo, pero antes han sido varios medios de comunicación tanto, españoles como extranjeros, los que han publicado informaciones en ese mismo sentido. Las víctimas merecen toda la verdad. Y también una sociedad democrática.