El efímero nuevo paso de Feijóo por tierras de Navarra fue tan triste como lo está siendo el conjunto de su devenir político al frente del PP. En mitad de un campo de pimientos en Ablitas y bajo una incesante lluvia se limitó a echar balones fuera sobre las preguntas que consideró incómodas y a arremeter contra el PSOE y el PSN con una exhaustiva enumeración de lo que calificó como sucesión de casos de corrupción que acorralan a Sánchez para justificar la nueva manifestación convocada para este domingo en defensa de “la honestidad y la decencia de la política española”.

Dicho así, en boca de un presidente del PP, partido que acumula un listado casi interminable de casos de corrupción, algunos ya con condenados y otros aún pendientes, y cuyas siglas han sido directamente sentenciadas por corrupción, suena un poco fuera de lugar, si no mal directamente. Y todo ello aliñado con el habitual condimento de una dosis de demagogia fiscal sobre el modelo de autogobierno foral en materia de impuestos. Nada relevante para los intereses generales de Navarra. Se negó a responder sobre la crisis interna que afecta al PP en la Comunidad Foral para señalar que la única crisis real es la que señala a los socialistas y aprovechó para enumerar el listado de nombres que pululan por los medios hace meses, desde Koldo a la supuesta fontanera Leire de actualidad hoy, o las señoritas de Ábalos o el vaivén de familiares de Sánchez. Tampoco gustó a Feijóo que le preguntaran por qué ante un panorama tan desolador como el que describe cada día no presenta una moción de censura en el Congreso. Se limitó a insistir en la enumeración de los casos que componen ese errático presente en que las presuntas corrupciones y los supuestos corruptos viajan de la mano de guardias civiles al servicio de Ayuso, empresarios que pasan de un caso que implica al PP a otro en el que aparecen tipos vinculados al PSOE y comisionistas con varios delitos admitidos como Aldama que aspiran a ser protagonistas de este show ibérico actual en los programas de telebasura política que han sustituido a la tebasura rosa de siempre.

Un mundo imposible de desbrozar en el que la información y la verdad hace tiempo que quedaron desplazadas a los rincones más oscuros del escenario por los arrabales conspiranoicos y la mentira. Un tiempo en el que la confusión y el intercambio de golpes a base de bulos oculta la realidad de casos como el de los ancianos condenados a fallecer en sus residencias durante la pandemia por la aplicación de los protocolos de la vergüenza del Gobierno de Ayuso que impidieron su traslado a los centros sanitarios. Un asunto en pleno proceso judicial en el que cada declaración de las personas citadas lanza mayores dosis de dureza y de inmoralidad sobre lo sabido hasta ahora y del que Feijóo tampoco quiere saber nada. Política y socialmente, el PP es poco relevante en Navarra y eso hace menos creíble aún que ese barullo centre su discurso político y ocupe todo el espacio en los medios. Eso sí, encontró un poco de tiempo para compartir mesa y mantel con unos 200 afiliados y degustar en un restaurante de Tudela un buen menú con sabores de la cocina navarra. Falta les va a hacer a esos afiliados si quieren llevar las siglas del PP a un lugar más visible y protagonista en el actual presente de la política navarra.