Una forma de distinguir en política entre el dicho y el hecho es analizar los presupuestos. Se trata de una especie de prueba del algodón que permite comprobar la distancia entre la retórica política y los compromisos que realmente se adoptan.
Los presupuestos de 2025, en caso de aprobarse, serían los décimos presupuestos que salen adelante con los votos de los mismos partidos políticos. Dentro de la cortesía política, los gobiernos entrantes suelen pedir cien días de gracia desde que toman posesión hasta que se les puede exigir responsabilidades. Por lo tanto, habiendo pasado diez años, la excusa del legado que heredaron de los gobiernos de UPN y PSN hace tiempo que dejó de ser un argumento válido.
Es tiempo por tanto de realizar una reflexión sobre la política presupuestaria en Navarra. Hay en nuestra opinión una conclusión evidente: la política de fondo no ha cambiado, sencillamente porque en materia presupuestaria y fiscal se ha mantenido, en términos generales, una línea continuista con lo que se aprobaba en los tiempos de UPN. Esa falta de aumento de la inversión pública explica, por ejemplo, las carencias de la sanidad pública, la política de vivienda o el sistema de cuidados.
Así, cada año que pasa, se consolida un sistema de impuestos injusto que recae cada vez más en la clase trabajadora y cada vez menos en los beneficios de las empresas, y un sistema que recauda poco. El debate sobre el reparto de la riqueza es un debate que la izquierda ignora.
Sin embargo, nada hacer pensar que Gobierno de Navarra y EH Bildu tengan intención de hacerlo. El precedente del año pasado es terrible puesto que la reforma fiscal pactada por PSN, Geroa Bai, Contigo Zurekin y EH Bildu contó con el visto bueno de UPN. El propio Javier Esparza dijo que estaba muy contento con el contenido de la reforma, e incluso anunció que UPN iba a votar a favor. Sin embargo, a última hora votaron en contra como respuesta a la moción de censura que sacó a Ibarrola de la alcaldía de Iruña.
Los partidos políticos que están negociando los próximos presupuestos de Navarra tienen una buena oportunidad para demostrar la coherencia entre sus declaraciones y las políticas que hacen. En Navarra hay dos conflictos laborales cuyas reivindicaciones han sido apoyadas por estos partidos políticos: la pelea por conseguir el primer convenio de residencias y las jornadas de huelga en la educación pública (en este caso sin el respaldo del PSN).
El 23 de octubre las trabajadoras de las residencias de tercera edad van a realizar el 22º día de huelga para conseguir el primer convenio navarro que les saque de la miseria del convenio estatal. Esta reivindicación ha sido apoyada por estos partidos políticos, llegando a aprobarse por unanimidad una resolución en el Parlamento.
Seis días más tarde el profesorado de la educación pública está llamado a secundar la segunda jornada de huelga en el sector, después de la exitosa huelga del 26 de septiembre. Geroa Bai, EH Bildu y Contigo Zurekin han salido públicamente para apoyar sus reivindicaciones.
ELA considera que la labor de los sindicatos y las organizaciones sociales es movilizar y activar a las plantillas. Ahora les toca a los partidos políticos materializar esas reivindicaciones. En su mano está conseguir que los próximos presupuestos de Navarra incluyan partidas para conseguir el primer convenio navarro de residencias y para garantizar una educación pública de calidad.
Es tiempo de exigir otros presupuestos y otra fiscalidad. En las próximas semanas van a coincidir estas dos huelgas con la negociación de presupuestos. Nosotros y nosotras empujaremos desde la calle, y pedimos a los partidos políticos que pasen de las palabras a los hechos.
El autor es coordinador de ELA en Navarra