“Arte más allá de la vista” es una nueva oportunidad de acercamiento al quehacer de las vanguardias artísticas, que un año más, ofrecen al público las Ikastolas de Navarra, dentro de los actos programados para celebrar la fiesta del euskera: Nafarroa Oinez 2025.
Esta nueva exposición colectiva permite acceder a un vibrante magma lleno de inquietudes, de reflexiones y proyectos, permitiendo dialogar con universos visuales que exploran y celebran la diversidad como principio esencial, en un contexto generacional muy interesante. Permite, además, el acercamiento a variadas temáticas del arte de nuestros días: el cuerpo humano, la construcción social del paisaje, prácticas de archivo, memoria política, las lenguas como elemento de identidad de los pueblos, fotomontajes, apropiacionismo, etcétera. Eclecticismo y diversidad crean el vínculo dinámico para poner en relación tantas propuestas diferentes, cuya riqueza radica en la propia convivencia dentro de diversos contextos generacionales. Y es que lo diverso es energía, es compromiso y es orgullo.
Artea Oinez es espejo donde se miran la vida y la sociedad del siglo XXI. Inclusión, tolerancia, radicalidad y feminismo se muestran como reafirmación del presente y apuesta de futuro.
A pesar de contar con el derecho a participar de la vida cultural y artística de sus comunidades, las personas que sufren limitaciones visuales lo siguen teniendo difícil. Últimamente se presta mayor atención a la diversidad funcional, ligada al movimiento y afortunadamente ha mejorado mucho la accesibilidad en los centros educativos, en museos y centros de arte.
Esta nueva edición de Artea Oinez intenta saldar la deuda pendiente con los y las artistas que sufren baja visión, o ceguera y mantienen, contra viento y marea, su fuerza expresiva, produciendo arte con sus manos, con sus cuerpos, con sus mentes… Su trabajo y su empeño en ofrecer a la sociedad propuestas desde otro punto de vista resulta admirable.
En ocasiones, la pérdida de la visión y la ceguera no predispone al artista a cesar en su trabajo; al contrario, suele ser un asidero para continuar la tarea, dando salida a lo que cada cual lleva dentro, estimulando enormemente su acción vital.
Idoia Díaz Cámara, Javier Ruiz del Castillo, y Pello Azketa Menaia son buen ejemplo de ello. Tres artistas navarros presentes en el Museo Tiflológico de la ONCE en Madrid, cuya labor se reconoce en Artea Oinez’25.
En esta edición la figura de Pello Azketa es objeto de un reconocimiento especial. Nacido el año 1948, a los cinco años se le diagnostica una enfermedad degenerativa en los ojos. 1968 es el año en que ingresa en la Escuela de Artes y Oficios, en un ambiente estimulante; gracias al profesorado adelantado a su tiempo (José María Ascunce, Isabel Baquedano y Salvador Beunza), y al apoyo incondicional que recibe de su familia, inicia su carrera de pintor. En los 1970 comienza a exponer, y descubre una nueva pasión: la montaña.
Son años en que se vive la reacción social a la larguísima dictadura. La juventud se echa a la calle, se suceden las protestas, las asambleas, las huelgas, etcétera. Incluso la Iglesia católica cuenta con sacerdotes que, fieles al Concilio, inician el derribo de aquel nacionalcatolicismo paralelo al régimen autoritario.
La denominada Escuela de Pamplona es el grupo en el que Pello se integra de forma natural. Es un movimiento que emerge del letargo en lo artístico y cultural tan propio de aquellos años. Suelta las costuras de aquel corsé falsamente académico, gazmoño y provinciano. Abre ventanas y puertas a la creación en libertad.
Aquel aire fresco y renovador cuenta por esos años con el apoyo de ciertas élites, que inicialmente lo fueron tolerando, más tarde entendiendo, y finalmente, protegiendo.
En 1973 Pello dispone de un estudio propio, donde sigue el consejo de sus profesores de la Escuela, pintando hasta la extenuación. Es el tiempo de sus famosas obras de construcción, que expresan los nuevos límites de la ciudad, paisajes con figura abiertos a la reflexión, al silencio, y también al humor.
Como dijo de él Pedro Salaberri: “gracias a una voluntad que nunca ha dado una batalla por perdida, su aventura plástica ha seguido todos estos años centrada claramente en lo táctil. La superficie ya no es plana. Construye paisajes con volumen… Los árboles, los muros, el espacio y las personas son tridimensionales. Pello continúa cortando, pegando, lijando, como siempre le ha gustado hacer. Una larga y fructífera etapa ha dado lugar y paso a otra”.
Hasta hace poco tiempo ha venido acompasando, siempre en silencio, la pérdida de visión con la fuerza y la luz que posee en su interior. Artea Oinez es testigo de su quehacer desde tantos años atrás. Toca el corazón de forma singular su generosidad y arrojo, su compromiso y cariño, participando en todas las ediciones de esta exposición, que ya son 28. Por eso, en ésta de 2025, las Ikastolas de Navarra le reconocen merecedor de un sentido homenaje. Zorionak, Pello!
El autor es director de las Ikastolas de Navarra