pamplona - Osasuna terminó su viaje por la Copa al caer sin remisión frente a la Real Sociedad, un equipo que sigue marcando distancias con los rojillos que, además, facilitaron el camino de su rival con algunos errores en defensa decisivos. La calidad que atesora y expone el conjunto guipuzcoano volvió a ser un argumento irrefutable e irreductible a partir del cual se cimentó su cómoda victoria y su clasificación.

Obligado por su rival, a contracorriente siempre, Osasuna vivió un partido incómodo, dependiendo de los designios del otro, atrapando sólo algunos momentos de la contienda en los que se sintió entonces compitiendo, capaz de tener incidencia en el marcador, en la historia final. Fueron un puñado de minutos en los que el equipo de Arrasate pareció acortar las diferencias con la Real. Como la fortuna no les acompañó en ese tramo ilusionante, como nunca fue el equipo txuri urdin un contrincante remolón y, al contrario, siempre se mostró activo y guerrero, Osasuna sólo pudo claudicar. Y despedirse también luchando hasta el final, con rabia quizás, como corresponde al estilo de Arrasate y al temple que exige.

Osasuna sabía que le llegaba ayer trabajo extra, pero a un partido en un torneo, hay legitimidad para olvidar las precauciones y soñar con liquidar las diferencias. Partiendo desde una aparente inferioridad ante uno de los equipos de la Liga que mejor juegan al fútbol, Osasuna intentó, de entrada, crearle más problemas a la Real con un planteamiento novedoso en estos tiempos de Arrasate en el banquillo. Tres centrales con sus carrileros, tres hombres por el interior en el centro del campo y dos más en el ataque conformaron la disposición con la que hincarle el diente al partido. Una red para atrapar a la Real, un modo de enredarle. Un intento de confusión.

A Osasuna le duró la sorpresa más o menos quince minutos, cuando la Real empezó a conectar en el último tercio del campo y los rojillos comenzaron a notar el fútbol de vértigo que estilan, rapidísimo en el toque y letal buscando el espacio. El equipo de Arrasate, que no había dado señales de vida en ataque, se vio paulatinamente empujado hacia las proximidades de su área y esa es siempre zona de problemas.

Isak, a la postre la pesadilla de Osasuna -autor de dos goles, derribado en la falta que permitió el otro-, comenzó con su recital de ocasiones, con falta de puntería en una y acierto de Juan Pérez en otra, hasta que en la tercera atinó entre los tres palos. Entre Estupiñán y Roncaglia abrieron un camino por el que no falló el pase de Odegaard. Antes, Barrenetxea ya había acercado el gol a la Real con un remate de cabeza.

No había dado señales de peligro Osasuna cuando en dos minutos estuvo a punto de dinamitar el partido. Marc Cardona cerró una jugada de ataque, con robo de Moncayola y servicio de Rubén García, con un gol de habilidad y precisión. En la jugada siguiente, fue el centrocampista el que provocó el susto en la grada con un disparo que se marchó fuera por muy poco.

Osasuna se fue reanimado al descanso. Sólo fue una señal, un alborozo momentáneo porque la Real también es otro equipo que anda sobrado de espíritu, ánimo y confianza. La Real rozó el gol en una acción solventada por Juan Pérez ante Oyarzabal, y también Osasuna reaccionó con un disparo al larguero, obra de Moncayola. Fue el otro puñado de minutos en los que los rojillos se sintieron partícipes de la historia del encuentro, capaces de incidir en el resultado.

Superado el cuarto de hora, todo terminó. A Isak lo tumbó Aridane con una aparatosa falta y Odegaard sacó a pasear su zurda con un lanzamiento de falta imposible para el portero, junto a la cepa del poste tras superar la barrera. No pasó prácticamente nada hasta que marcó el tercer gol la Real, esta vez en un córner que remató Isak y que defendió mal Osasuna.

Arrasate introdujo tres cambios de golpe para reactivar el partido y a los suyos, sabedor también que el camino estaba cerrado ante un rival que había sentenciado. El pundonor de los rojillos ante la Real fue lo único rescatable de esta fase final, en la que se dijo adiós al torneo. Osasuna se lleva del último partido de Copa ese puñado de minutos de capacidad competitiva ante un rival mejor, y las buenas sensaciones de hombres como Moncayola y Marc Cardona. Porque en la Copa, también se pueden cargar las oportunidades para la Liga. Forma parte del camino.