Siguiendo con la tradición, miles de pamploneses acudirán este miércoles al cementerio municipal de San José en el Día de Todos los Santos. Un lugar con más de 200 años de vida y lleno de curiosidades que repasamos con Rosa Galbete Martinicorena, historiadora del arte.

Rosa Galbete, historiadora del arte, posa junto a la figura de un ángel en el cementerio de Pamplona. Oskar Montero

1. La Real Cédula que obligó a construirlo (1804)

El actual cementerio de San José nació como consecuencia de una Real Cédula del 28 de junio de 1804, del rey Carlos IV, por la que se prohibía inhumar en las iglesias. “Miguel Hermosilla, director de ingenieros, fue quien eligió y compró en el término de Berichitos el campo del actual cementerio por 2.013 reales”, explica Galbete.

Hasta 1805, los fallecidos se enterraban junto a las iglesias o dentro de ellas. Había un cementerio en el actual atrio de la Catedral, otro en la plaza de San Nicolás, otro junto a la iglesia de San Lorenzo y otro en la de San Cernin.

 La obra, del arquitecto Pagola, se acabó en 1806, pero los pamploneses se resistían a estrenarlo. Hasta que, en 1808, el virrey publicó una orden apoyada por las autoridades napoleónicas en la que decretaba que se debía utilizar el cementerio para favorecer la salud pública.

2. Lo estrena una mujer de Bayona (1808)

En Pamplona, nadie quería ser el primero en ser enterrado. “Se decía de broma que había que matar al primer extranjero que entrara en la ciudad. Y no se alejó mucho de la realidad”, afirma Rosa Galbete. Fueron los soldados franceses de Napoleón Bonaparte quienes lo inauguraron cuando ocuparon Pamplona de 1808 a 1813. Concretamente, el 17 de diciembre de 1808 entraron en Berichitos los primeros cadáveres. Se trataba de tres personas de fuera de Pamplona: Marta Lecoge, 56 años, de Bayona; Fernando Lagrava, 62 años, de Bañeres y Pedro de Juantorena, 78 años, de Erasun. Otros dos pamploneses que fallecieron el mismo día fueron enterrados en las parroquias de Aizoáin y Villava.

3.La tumba más antigua, del virrey José de Armendáriz (1808)

No fue el primero en ser enterrado, pero la tumba más antigua de Pamplona pertenece al virrey José de Armendáriz y Perurena. El pamplonés, miembro del linaje nobiliario navarro de Armendáriz, falleció en el año 1740.

Tras varias batallas en defensa de los Borbones, fue nombrado virrey de Perú. Después regresó a España y murió en Madrid. Sin embargo, y siguiendo sus deseos, su cuerpo fue trasladado a Pamplona y enterrado en la Iglesia de Santo Domingo. Con la inauguración del cementerio en 1808, Armendáriz fue instalado definitivamente en Berichitos.

4.Se hace municipal y lo usan pamploneses (1829)

Unas de las tumbas más antiguas del cementerio de Pamplona. Oskar Montero

El cementerio de San José no se convirtió en municipal hasta la primavera de 1829 y en la década de 1930 comenzó a ser utilizado por los pamploneses. Por aquellas fechas, los entierros también entendían de clases. En 1829, por ejemplo, un entierro de primera clase costaba 18 reales, uno con tres días de función o mediano se pagaba a 10 reales y uno de un día o “pobre” costaba 4 reales. Los entierros de párvulos eran los más económicos, 2 reales.

5.Lacort estrena el cementerio civil (1908)

La columna inacabada del mausoleo de Basilio Lacort.

La columna inacabada del mausoleo de Basilio Lacort. Oskar Montero

Basilio Lacort, político adalid del laicismo republicano y editor de tres revistas en Pamplona, estrenó el cementerio civil, que se ubicaba fuera del recinto católico. “Hizo una acusación contra un colegio de religiosos y el arzobispado lo excomulgó hasta en tres ocasiones. Su mausoleo es una columna inacabada que sufrió varios desperfectos y se ha ubicado en tres sitios diferentes del cementerio”.

6.El stradivarius de Sarasate (1909)

El mausoleo de Pablo Sarasate. Oskar Montero

Entre los inquilinos más ilustres se encuentra Pablo Sarasate (1844-1908), genial violinista e hijo predilecto de la ciudad, cuyo mausoleo lo hizo en 1909 el marmolista Carmona. Sarasate descansa con uno de sus violines esculpido a su lado y con el epitafio que reza lo siguiente: “La bondad de su corazón le hizo ser amado de cuantos le conocieron. Su memoria será siempre bendecida”.

7.Otros inquilinos destacados

En el cementerio descansan los restos del guitarrista Sabicas (1990), el político Tomás Caballero (1998), el escritor Luka Brajnovic (2001), Nicasio Landa, cofundador de Cruz Roja española (1891) o el futbolista Ignacio Zoco (2015). 

8.Arcaya, las obras de más valor artístico (1922)

La escultura ‘Vida y Muerte’, de Ramón Arcaya, se encuentra junto a la entrada. Oskar Montero

El conjunto escultórico Vida y Muerte de Ramón Arcaya, situado en la entrada al cementerio, está formado por dos grandes bloques de granito. En uno de ellos, sobre una gruesa lápida, descansa el cuerpo sin vida de un joven. Por encima de él, sentado en un rústico bloque de granito, se halla la figura de un hombre en actitud pensativa.

Para Rosa Galbete, esta obra es indudablemente la más sobresaliente de Arcaya y un gran ejemplo de su capacidad de asimilación de diversas influencias. El dominio de la anatomía, la influencia del escultor francés Antoine Bourdelle y el realismo naturalista de inspiración miguelangelesca de Rodin”.

“Otra obra importante de Arcaya es la Magdalena y el Cristo resucitado, en la que se ven sus dos tendencias: el estatismo frente al expresionismo. Es la mejor pieza de dentro del cementerio”.

Figuras de la Magdalena y el Cristo resucitado de Arcaya. Oskar Montero

9.Llega el primer horno crematorio (2000)

El primer horno crematorio se instaló en Pamplona en el verano de 2000. El primer año se alcanzó un 27% de uso. En 2005, cuando se instaló un segundo horno, el porcentaje ascendía al 43% y ahora casi alcanza el 80%. En la actualidad, se han instalado dos hornos crematorios nuevos con capacidad para 14 incineraciones diarias.

En el crematorio se ubica una escultura abstracta del gipuzkoano Leopoldo Ferrán que, para Rosa Galbete, está inspirada en el Pájaro en el espacio de Brancusi. “Lo curioso es que para nada la hizo pensando en que fuera para el crematorio, pero es preciosa”.

10.Se adapta a los nuevos tiempos (2023)

El cementerio sigue vivo y se adapta a los nuevos tiempos. Desde 2017 cuenta con un espacio habilitado para la población musulmana y también acoge un panteón de víctimas del franquismo. El camposanto tiene una extensión de 127.390 m2 y en él trabajan 20 personas. Alberga unos 17.000 nichos, 2.000 columbarios, 5.000 fosas de tierra y 3.500 panteones.