Los rayos de sol siempre son peregrinos. Se pierden entre el tejido de la lana en las cabezas de Peio Etxeberria y José Javier Zabaleta. Un brillo fulgurante nace de los trofeos que les acreditan como campeones del Parejas. Ha pasado un día. Resaca deportiva. Trámites mediáticos, baños de masas. Resaca dulce de las que quedan para recordar. Un paseo por el recuerdo desentraña cada una de las claves de la final del domingo en el frontón Navarra Arena, donde Jokin Altuna y Julen Martija, dos partisanos, guerreros hasta la médula, vendieron caro su pellejo a pesar de estar contra las cuerdas, sometidos en gran medida por un zaguero histórico y que camina con paso firme hacia la leyenda. Los colorados estuvieron a punto de voltear un partido en el que se vieron dominados en el peloteo de cabo a rabo. Pero solamente había dos txapelas en juego. Fueron para los navarros. 

Los rincones de la memoria también son peregrinos. Peio Etxeberria reconoce haber visto la final. Zabaleta, en cambio, no. Apenas el último tanto mientras comía. Diferentes estados de euforia. Para el de Zenotz todo es nuevo. “No sabía lo que era ganar una txapela. Es algo muy bonito. Sí que estuve en la final del Cuatro y Medio y conocía más o menos todo lo que implica, pero esto me ha sabido a gloria. Todos los pelotaris trabajamos mucho y es un premio”, desgrana. A los 25 años –cumple 26 en octubre– toca el firmamento manista por primera vez. Un paso más hacia arriba.

En la escalinata del éxito, el de Ultzama tiene aura de seguir ascendiendo. Con la dificultad que ello implica en Aspe, promotora que goza de una competencia enorme en los cuadros alegres. Solo hay que ver los nombres: Jokin Altuna y Joseba Ezkurdia son fijos en todas las alineaciones; Aitor Elordi, campeón del Manomanista, entró en ese club en 2023; mientras que Danel Elezkano, el reciente Javier Zabala y el zenoztarra se encuentran en la permanente pelea. La lana otorga un galón más al navarro, desde luego. 

“Al principio del campeonato, la gente temía un poco que mi forma de jugar es entrar mucho. He aprendido también de eso. Zabaleta me lo ha hecho ver. Por eso creo que también hemos llegado hasta el final”, constata el de Zenotz, quien refrenda que “si en algunos momentos no entré no fue porque no me atreví, fue porque en las pelotas del dos o el tres José Javier podía aprovechar y hacer mucho daño. Lo teníamos hablado”. De todos modos, reconoce que el sufrimiento les atenazó hasta el último instante. El pelotazo al rebote de José Javier fue un alivio: “No lo pasamos bien. Cuando ves que vienen y quieres hacer un tanto y no puedes, es complicado de gestionar. Entre unos fallos nuestros y otros aciertos suyos se metieron en la final. Yo intenté aislarme. Por suerte, un buen pelotazo de José Javier cerró el partido”.

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En imágenes: Peio Etxeberria y Zabaleta celebran la txapela del Campeonato de Parejas. Javier Bergasa

El duelo pasó del 14-21 al 20-21. Emoción a raudales. “Hubiera firmado el 14-22. Fue vibrante para la gente. Conforme iban haciendo tantos Jokin y Julen, se notaba que el volumen subía en el frontón. Por suerte, la txapela cayó de nuestro lado”, sostiene Peio, quien reiteraque “fue muy emocionante”. 

Altuna III, un animal competitivo

Elfactor Altuna III, no obstante, es un potro de tortura. Es una animal competitivo. “O le matas o te mata”, dice Etxeberria, elocuente. Dice de él que es un “perro de presa”. “Si huele sangre, se agarra al partido. Siempre he creído que es como un perro de presa. Se agarra a todo”, concreta el de Ultzama. “Jokin y Martija son durísimos. He visto el partido y tengo la sensación de que nos movieron mucho en la cancha”, reseña. Al final: 797 pelotazos a buena en 92 minutos de juego. Mucha tralla. Tanta que el Peio terminó dando la rueda de prensa de pie. Explica que “en los partidos de tensión suelo tener molestias en la zona abdominal. Tras el encuentro lo noté. Es una rotura de fibras que se me ha enquistado y es como si se me subiría. Es bastante doloroso”.

El caso es que los navarros lograron vencer en sus tres citas ante los campeones de 2022. Sus dos precedentes: 19-22 y 14-22 en el Ogueta de Gasteiz. “Les hemos ganado los tres. Además, han sido buenos partidos. Pese a que los anteriores han sido más abultados, han sido los más duros del campeonato para mí. En la cancha, no obstante, no tuve la sensación de que habíamos dado tantos pelotazos. Al final, los isquiotibiales me amenazaban con subirse”, prosigue Peio.

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El futuro se despliega para el zenoztarra como una alfombra roja. Próxima estación: Manomanista. Juega el domingo en el frontón Aitzuri de Zumaia. Pero antes, un poco de asueto. “Lo que viene por delante lo afronto con la misma dinámica. Voy a hacer lo mío. Intentaré seguir arriba. Para eso nos preparamos. Desde el verano, en el que no entré en ninguna feria ni en ningún torneo, vengo sintiéndome muy bien. Estoy logrando esa regularidad que no tenía hasta ahora. Estoy disfrutando mucho en la cancha”, zanja.