No fue brillante Iñaki Artola, pero sí consistente. Lo suficiente para desmadejar a Iker Larrazabal en la segunda semifinal del Manomanista de Primera. Estuvo sólido en el peloteo, se repuso de un inicio a contrapelo y maravilló con las dejadas. Su físico acabó marcando la pauta para fundir a un rival que bajó prestaciones tras un inicio huracanado. Un buen trabajo, mejor premio.

Este viernes nació su primera hija, Nora, y este domingo logró el pase al duelo cumbre del 1 de junio en el frontón Bizkaia de Bilbao. Trae una final debajo del brazo. El alegiarra se verá las caras con el campeón Jokin Altuna, un gran amigo. En 2021 se retaron también en la cúspide de la campaña manista profesional, pero una lesión en el dorsal evitó que el alegiarra compareciera. Desde entonces, el guipuzcoano batalla contra los rivales, pero también contra su propio cuerpo y las lesiones. Ha evolucionado. Receta: el autoconocimiento, la madurez, el brillo, la confianza, la tranquilidad, el trabajo. Vuelve a la final cuatro años después y enlaza con la del Parejas.

Inicio descarado de Larrazabal

Se podía entender que la presión era una losa en la mochila de un debutante como Larrazabal, que en su primer campeonato en Primera llegó hasta las semifinales. Más todavía en casa, en el frontón Ogueta de Gasteiz, con la imagen del mítico manista alavés en el rebote, el último del territorio en llegar a una final del mano a mano, la de 1960. Pues bien, el delantero de Amurrio, estrenó la eliminatoria descarado. Descorchó el encuentro un tanto duro, peloteado. Larrazabal metió un derechazo por la pared. No hubo respuesta. Y el segundo cartón fue una declaración de intenciones. Iker demostró que quería proponer y lo hizo hasta que le duró la gasolina. Sacó al ancho y Artola no respondió. El tercer tanto del amurriorra marcó sus virtudes a bote, con una derecha potente, dando dirección al cuero. La tacada se cerró con un yerro de Artola con la zurda. 

Pero el Manomanista funciona a tacadas. El saque es un ariete. Iker se lo regaló a Iñaki. Tras ejecutar un buen primer servicio profundo, entregó el alegiarra, pero el azul tiró la volea bajo chapa. Respiró Artola con un saque-remate, pero marró el siguiente. 

 

Tacada de Artola

Larrazabal ha demostrado en el presente campeonato que parte de su evolución nace de un saque que mete en muchos problemas a sus rivales. Cruzó por la pared para que la pelota se convirtiera en un misil. Se anotó un saque y peloteó para talar a su rival (2-7). Larrazabal fue más Artola que el propio Artola en ese tramo. Pese a sus condiciones innatas de aire, una fuerza de la naturaleza, el alavés no tuvo miedo del cuerpo a cuerpo a bote para sacar una diestra mandona, segundo mandamiento del mano a mano. 

A sus 22 años, no obstante, las desconexiones le siguen pasando factura. Un error abrió de nuevo el camino a Artola. Clavó una dejada matemática al ancho a la vuelta del saque, aprovechó un yerro de Larrazabal –tras 17 pelotazos de brega– y un saque. El siete iguales llegó con un gancho de Artola. Iñaki buscó los pies, incomodar, asfixiar el cuentakilómetros del poderoso alavés. Plan A y plan B. El del amurrioarra residía en su fuerte: la velocidad. Del 2-7 al 7-7. La primera distancia favorable al guipuzcoano fue en el 8-7. Iñaki movió con criterio y acabó con un remate sobre chapa. Confiado, intentó otro. El gancho se marchó a las tablas de contracancha (8-8). 

Iker Larrazabal. Arnaitz Rubio

La primera distancia favorable al guipuzcoano fue en el 8-7. Iñaki movió la pelota con criterio y acabó con un remate sobre chapa. Confiado, intentó otro después, pero el gancho se marchó a las tablas de contracancha para marcar el segundo empate del partido (8-8). 

Tensión y error

La tensión se hizo carne. Demasiados errores. Desde luego, la diestra de Artola, que desmadejó a Elordi y Peio Etxeberria en la fase de cuartos, tardó en arrancar. Larrazabal alternó brillo y falta de control. El 8-9 fue un error de Iñaki en el sotamano. Iker se pasó de frenada en una apertura. Y Artola se buscó las habichuelas con el remate, otro de los pilares del mano a mano. Dos paradas al txoko y un saque. 

Iñaki Artola, finalista del Manomanista después de tumbar a Iker Larrazabal en el Ogueta de Gasteiz. Jorge Muñoz

Los buenos mimbres de Larrazabal en los primeros compases se fueron apagando. Una dejada y un saque abrieron la herida alavesa. 14-9. Parcial de 12-2. Un error de Artola en un remate complicado acabó con el dominio guipuzcoano, pero la tendencia era colorada. 

La consistencia en el peloteo

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Los problemas del azul se acentuaron en la falta de consistencia en el peloteo. Pecados de juventud. El alavés se encomendó al milagro de la botivolea. Artola, inteligente, le buscó las cosquillas por la pared. El 16-11 fue agónico. 23 pelotazos. Iñaki se vio sobrepasado por el golpe agresivo hasta que su rival regaló. Finiquitó con un buruzgain. 

Hubo pimienta con un pelotazo arriba de Artola, pero el alegiarra mantuvo la compostura. Se apoyó en una falta de saque de Iker. Enlazó un remate, una dejada al txoko a la vuelta del saque, un saque, una dejada al ancho milimétrica, la cuarta de Iñaki, un bisturí, y un error. Artola llega a su segunda final Manomanista. La primera no la pudo jugar por lesión. El 1 de junio estará en el Bizkaia de Bilbao.