Se acerca al final de la legislatura y las diferencias entre los partidos del Gobierno se empiezan a hacer cada vez más evidentes. Cuestiones que hasta hace poco se solventaban en conversaciones internas o con mensajes sutiles, pero que cada vez son más evidentes. Las discusiones públicas de los últimos días en torno a la política lingüística, la gestión sanitaria o el destino de los 137 millones que ha dejado como remanente el último acuerdo del Convenio Económico son fiel reflejo del ambiente que se vive en estas últimas semanas de mandato.

Nada grave en cualquier caso, ni lo suficientemente serio como para provocar una ruptura en los meses que restan hasta las elecciones. Y que no deja de ser lógico y previsible en un escenario preelectoral en el que cada formación busca defender ya sus propios intereses. De hecho, que la disputa se lleve a cabo en el marco parlamentario, y no tanto en el seno del Gobierno foral da una muestra de que nadie quiere tensar en exceso la cuerda que sostiene al Ejecutivo de Chivite.

Pero las diferencias están ahí y fijan el marco de debate de las próximas semanas. Algo que tendrá su influencia no solo en la campaña, sino también en la negociación posterior del futuro Gobierno si los números dejan un escenario similar al actual. El pleno de este jueves volverá a servir para marcar terreno en ese sentido.

Como tema de debate EH Bildu ha planteado la política lingüística del Gobierno, cuestión que llega unos días después de que Navarra Suma y el PSN rechazaran la petición de Mañeru para pasar a la zona mixta, con un discurso duro además por parte socialista. La crítica esta vez va más allá, y apunta al “derecho de la ciudadanía a relacionarse con la Administración en euskera”. “Llegamos al final de legislatura y el Gobierno de Navarra no ha dado pasos, más bien se han dado pasos marcha atrás en varios ámbitos”, se quejó ayer Adolfo Araiz, que acusa al Gobierno de haber actuado “deliberadamente” para retrasar los trámites. Incumpliendo incluso los acuerdos presupuestarios alcanzados con EH Bildu, en los que se fijaban plazos para poner en marcha los planes lingüísticos de los departamentos.

La gestión sanitaria

Es sin embargo en la gestión sanitaria donde mayores empiezan a ser las diferencias. A las críticas por la situación de la atención primaria o de las listas de espera, se suman ahora las huelgas convocadas por distintos colectivos sanitarios. Un ambiente que ha llevado a Geroa Bai a criticar la gestión del Departamento de Salud. La coalición lleva este jueves al Parlamento una interpelación al Gobierno precisamente sobre esta materia, en la que cuestiona que no se haya llevado a cabo “la Estrategia de Atención Primaria diseñada en la legislatura pasada”.

Geroa Bai se desmarca además de los términos en los que se está llevando a cabo la negociación con el Sindicato Médico, y lamenta que “las propuestas y aportaciones” que el partido viene planteando “en el seno del Gobierno” no se hayan tenido en cuenta. “Intentaremos hacerle entender al PSN que se está equivocando”, señaló María Solana, que abogó por llevar las negociaciones “a la mesa sectorial y a la mesa general”.

También EH Bildu muestra su “preocupación” por la situación sanitaria y preguntará en el próximo pleno a María Chivite por cuál es la “hoja de ruta” para introducir mejoras en la atención y en las condiciones laborales. Igualmente, Podemos e I-E marcan cierta distancia con el Gobierno, más matizadas en la gestión de Salud pero reiteradas en otros ámbitos socio-económicos.

Todo sin embargo dentro de un marco asumible por el Gobierno foral. Y al menos por ahora, sin llegar a tensionar en exceso una relación política a la que, más allá de las diferencias, se pretende dar continuidad tras las próximas elecciones. Así lo asume el PSN, que relativiza las críticas y confía en que los argumentos que unen a la mayoría del Gobierno pesen más que las discrepancias en tiempo preelectoral.