El sostén imprescindible de la recaudación de la Hacienda Foral siguen siendo las rentas del trabajo. De los 4.979,4 millones de euros que Navarra ingresó en el último ejercicio completo, 1.597,2 millones provinieron directamente de las retenciones al trabajo, el impuesto progresivo que pagan las personas físicas en virtud de lo que ganan por su trabajo y que es la locomotora del IRPF.

La cifra es cuatro veces superior a la que registró, en el mismo curso, el impuesto de Sociedades, que grava los beneficios empresariales y que el año pasado no llegó a los 400 millones, apenas el 15,1% sobre los impuestos directos. El desfase, habitual en el esquema de ingresos de la Hacienda Foral en las últimas décadas, ha llevado al sindicato ELA a denunciar que la reforma fiscal del Gobierno recién aprobada mantiene un modelo descompensado de ingresos para las arcas públicas.

La brecha es todavía mayor. Según el mismo documento, Navarra ajustó con el Estado algo más de 300 millones en rendimientos del trabajo correspondientes a años anteriores. La cifra final de todo el capítulo de IRPF –donde el concepto mayor es el de rentas del trabajo– supera los 2.000 millones.

Quizá ayude a ilustrar el peso de cada epígrafe que dentro de los impuestos directos –que suponen algo más del 50% de todos los ingresos, 2.600 millones largos–, seis de cada diez euros vienen de las rentas del trabajo que se recaudan bajo el capítulo de IRPF. La cifra está muy lejos de lo que supone el beneficio empresarial. En Navarra, en 2022, Sociedades representó un 8,1% de la recaudación total. Y eso que creció en un 25% con respecto al año anterior.

Si pensáramos en un índice de presión fiscal, ilustra el sindicato, el gravámen de Sociedades en Navarra representa el 1,6% del PIB, mientras que en el conjunto del Estado el porcentaje es mayor, del 2,6%). Y eso que ha crecido desde 2015.

Es más, la evolución desde ese año muestra que la diferencia en ambas Administraciones, pese a los cambios al alza, ha aumentado de 0,8 puntos a 1 punto. Baste decir que, según los últimos datos disponibles –de 2020–, Navarra es el cuarto territorio de la Unión Europea –a 27 miembros– que menor presión fiscal tiene sobre Sociedades. Sólo Letonia, Hungría y Grecia tuvieron una presión fiscal menor y las arcas forales deberían ingresar 218,8 millones de euros más con este impuesto sólo para igualar la media europea.

Este dato demuestra, a ojos del sindicato, el “enorme margen” existente para subir el Impuesto de Sociedades. Por el contrario, lo que ocurre es que más de seis de cada diez empresas navarras aseguran no tener ingresos para librarse de pagar el gravámen, que solo se aplica sobre aquellas contabilidades que reflejan beneficios.

Según la renta

Hay otro aspecto llamativo en la radiografía sobre ingresos fiscales: el reparto casi por la mitad en cuanto a la procedencia de los ingresos merece otra crítica por parte de ELA, que en su informe da dos cifras llamativas. Por un lado, que el 53,1% de los ingresos públicos viene de impuestos directos. Estos son los que sí tienen en cuenta la renta del contribuyente, y que por lo tanto tienen un componente más o menos progresivo.

Ahora bien, todo lo demás –más del 46%– descansa en los impuestos indirectos, sobre todo IVA y especiales, como los hidrocarburos. Esto da pie a una reflexión cruda: que casi la mitad de la recaudación de la Hacienda Foral no tiene en cuenta los ingresos del que paga.

Navarra, a 1.900 millones de la presión fiscal media de la UE

Hay una idea que vuelve en cada debate fiscal: si Navarra está por encima o por debajo de lo que los países del entorno europeo aplican en sus territorios. Y esa radiografía indica que la Comunidad Foral está todavía a unos 1.900 millones de los estándares comunitarios.

El cálculo es el siguiente. La presión fiscal mide la relación entre los ingresos que recaudan las diferentes administraciones públicas –incluyendo impuestos, cotizaciones a la Seguridad Social y recaudación municipal– y el producto interior bruto (PIB).

Esto es: qué parte de la economía recaudan las administraciones públicas. En Navarra, en 2021 –el año que elige ELA para este análisis–, la presión fiscal supuso el 32,6% del PIB, esto es, algo menos de 3 de cada 10 euros de la economía navarra han pasado a gestionarse a través de las administraciones públicas.

Patrimonio, en horas bajas

Para ver si esta presión fiscal es o no alta, es necesaria la comparativa con los territorios del entorno. La presión fiscal total media en la UE-27 en 2021 –por ser el último dato disponible– fue del 40,4% del PIB, mientras que ese mismo año la presión fiscal de Navarra era del 32,6% del PIB, 7,8 puntos del PIB menos. Esta diferencia de 7,8 puntos del PIB significa que si en 2021 la presión fiscal de Navarra fuese la misma que la media de la UE –a 27 países–, se hubieran recaudado 1.896,4 millones de euros más.

Por último, el sindicato recuerda también que el impuesto sobre el Patrimonio en Navarra está hoy en números peores que hace una década. En 2022, la recaudación por este concepto fue de 34,9 millones de euros en 7.158 actuaciones. Solo 60 personas han pagado el impuesto en el tramo más alto.

Se trata de un impuesto que recauda mucho menos que en tiempos de UPN, señala el sindicato, que recuerda que en 2014 –último año completo de los regionalistas– los ingresos por Patrimonio fueron de 47,8 millones de euros.