El Gobierno suspende en verano. Volverá al nuevo curso bajo la incómoda sombra de esa minoría parlamentaria que evidenció al perder la votación del estratégico y significativo decreto-ley contra los apagones. Esta derrota en el pleno escoba de ayer, antes de las vacaciones, hizo extraños compañeros de viaje al unir sus votos PP, Podemos, Junts, Vox, BNG y UPN, aunque con intereses y motivaciones bien diferentes.
Mientras PP rompe sus contradicciones internas, decantándose por propinar un golpe político a Sánchez, Junts recuerda sus exigencias pendientes y Podemos hace un guiño a los suyos oponiéndose a “rendir pleitesía al oligopolio eléctrico” y agudiza las tensiones con Sumar.
“Este decreto lo podría haber escrito Ignacio Sánchez Galán, de Iberdrola”
Habían quedado fuera del temario de la despedida los asuntos imposibles de aprobar. Ni la reducción de la jornada, que posiblemente acabará en el limbo, ni la reforma de Justicia. La auténtica prueba de fuego quedaba reducida al decreto-ley del refuerzo eléctrico. Resultó un fiasco. Los pronósticos no fallaron. La polarización ha llegado a tal extremo entre PSOE y la derecha, de un lado, y dentro de la izquierda progresista, por otro, que ahora resulta más fácil acertar en las previsiones del voto. Consciente del riesgo, el Gobierno no quiso perder ni un voto. Por eso allí estuvo el imputado Ábalos. Aislado en la soledad del hemiciclo desenfocado, aunque con voz suficiente, el exministro reiteró su inocencia en las mordidas atribuidas al triángulo tóxico “que siguen sin aparecer”.
Más corrupción
El Congreso, a secas desde ayer, ha entrado en bucle. Sirva de ejemplo tan histriónica escena.
Tocaba hablar del seguro de accidentes en el orden del día y la primera intervención aludió a los muertos de Gaza. La segunda, a Montero. La siguiente, a la corrupción como emergencia nacional. Y vuelta a empezar. Luego llegó el debate sobre la creación de la Agencia de Salud Pública. Más de lo mismo.
Solo ‘Congreso’
El pleno-escoba previo a las vacaciones sirvió, entre otras cuestiones, para que la mayoría parlamentaria avalase el cambio de denominación de la cámara baja. En lo sucesivo, se nombrará solo como ‘Congreso’, y se prescindirá de la expresión “de los Diputados”. En este caso, todos los grupos de la investidura han secundado un planteamiento que busca promover un lenguaje inclusivo que dé visibilidad a las mujeres. PP y Vox han unido sus votos en contra de lo que consideran “una imposición ideológica”.
Para Vox, todo se reduce a una “chapuza” de decreto-ley para contentar a los socios y con la anuencia del letrado de la Cámara. Según el PP, es un “chantaje que llega tarde y mal de un gobierno que no gobierna y que es el más dañino de la historia democrática”. Y, por alusiones, el PSOE se defiende diciendo que “seguiremos subiendo el SMI y utilizando el BOE en beneficio del progreso social y no en beneficio de los amiguetes”. En la votación, los populares besaron la lona sin sacar adelante ninguna de las enmiendas que habían introducido gracias a su mayoría en el Senado. Como castigo, tendrán que ver a su enemigo Fernando Simón presidiendo este nuevo organismo, que la ultraderecha calificó de “18 trompetistas de locos” en alusión a las entidades representadas.
El parlamentarismo embarra en la corrupción. Tiene grandes motivos para enfangar cualquier discusión por trascendental que sea y tampoco le importa da cuerda a la manivela, ni siquiera a quienes salen peor retratados. El estruendo de la trama Montoro acongoja al PP hasta aminorar sus alborotos. La prisión de Cerdán y las gargantas profundas de Koldo y De Aldama atenazan al PSOE y a sus socios.
En ese marco tan electrizante transcurrió la primera parte de un pleno escoba, plagado de tensión política porque estaba concebido para calibrar el músculo del Gobierno Sánchez, siquiera hasta el otoño.
Encrucijada del PP
En la refriega, nadie se salió de este guion. Para ello, trituraron a sus rivales sin remisión en la búsqueda de un resquicio informativo, imposible, sin embargo, durante una mañana que solo tuvo cámaras y micrófonos para corretear sobre el minuto y resultado relativo a la custodia de los hijos de Juana Rivas.
Sumar demostró con creces que navegaba encantada sacudiendo estopa a los corruptos, en especial cuando se refiere al PP, sea Montoro o Ayuso, y por eso le pide que deje de defender a los privilegiados. El PSOE le secundó. Hasta llamó marquesa de Rascafría a la presidenta madrileña tras sus vacaciones en una finca propiedad de la Comunidad, al estilo de cualquier mandatario de Estado.
“Aquellos que nos acusaban de oscurantismo son los que han tumbado el decreto”
Los socialistas ponen ahora con más ahínco el tiro en Feijóo, a quien ven “con la cabeza debajo del ala” tras el escándalo de Cristóbal Montoro y hasta lo comparan con Mazón. Por alusiones tan lacerantes que siguen haciendo daño en la moral de la tropa, los populares replicaron que “el sanchismo es un fraude que ha puesto el sistema en manos de la corrupción”. Conscientes del cortocircuito que sufren, se abrazaron alborozados tras la dura intervención de Guillermo Mariscal contra la política energética. Así arrancaron una pírrica victoria moral en torno al apagón para incomprensión de la patronal eléctrica.