La población de nuestro país se encuentra cada vez más concienciada acerca de sufrir melanoma como consecuencia de una exposición excesiva al sol. Este tipo de cáncer de piel constituye la principal preocupación para el 80,1% de los españoles y las quemaduras son la segunda para el 7,5%, según el Estudio CinfaSalud “Percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la fotoprotección”. No obstante, los riesgos para la salud y los daños en la piel que pueden provocar las radiaciones solares van mucho más allá de este tipo de lesiones. Como apunta el doctor Julio Maset, médico de Cinfa, “las radiaciones solares pueden provocar otros tipos de lesiones cutáneas, algunas de ellas también premalignas o malignas, así como reacciones de fotosensibilidad sobre las que existe mucha menos conciencia, pero que debemos conocer”. 

Una de estas lesiones que pueden causar los rayos solares es la queratosis actínica o queratosis solar, que son unas manchas planas (máculas) y en ocasiones, ligeramente elevadas (pápulas) de diferente color, que en ocasiones se descaman o presentan costra y normalmente menores a 1 cm. Suelen aparecer en las zonas que han estado expuestas al sol, principalmente en el rostro y también en orejas, labios, cuello, hombros, antebrazos, dorso de las manos, piernas, escote o zonas del cuero cabelludo afectadas por la alopecia.

Estas manchas son muy frecuentes especialmente al avanzar la edad y pueden desaparecer espontáneamente, persistir sin cambios o, si no se vigilan y tratan, evolucionar a un tipo de cáncer de piel llamado carcinoma escamoso invasivo. Sin embargo, advierte el experto de Cinfa, “los avances en la investigación han llevado a muchos expertos en los últimos años a considerar las queratosis actínicas como carcinomas escamosos in situ por sí mismos. Es decir, que hay células cancerosas en ellos, aunque se encuentren tan solo en la capa más superficial de la piel”.

Otro tipo de mancha por exposición solar es el cloasma o melasma, zonas hiperpigmentadas que aparecen en sobre todo en mujeres, en la cara y de forma simétrica y que están relacionadas con la exposición solar en el embarazo o la toma de hormonas. Tras el parto o dejar de tomar hormonas desaparecen espontánea y gradualmente.

Léntigos solares simples y malignos

Otro tipo de manchas que son reflejo del fotoenvejecimiento son los léntigos solares simples, pequeñas áreas melanocíticas, es decir marrones, ovaladas y planas y de color uniforme que aparecen en la piel. “Muy comunes, estas manchas no son signo de ninguna enfermedad en sí mismas y no requieren tratamiento, pero, si aparecen, es conveniente acudir al dermatólogo para descartar otras patologías como el léntigo maligno, que es un tipo de presentación del melanoma”, explica el doctor Julio Maset. Otro trastorno relacionado con la exposición solar es la fotosensibilidad. La mayor parte aparece como reacciones de enrojecimiento e inflamación en las áreas expuestas al sol y relacionadas con el uso de productos cosméticos (cremas, perfumes, gel de afeitado, por ejemplo). El sol puede modificar algunos componentes y producir esa alteración cutánea.

También debe tenerse especial precaución a la exposición solar cuando se toman determinados medicamentos dado que estos podrían aumentar el riesgo de fotosensibilidad. “Por este motivo, es muy importante no exponerse al sol tras utilizar cosméticos, cremas o perfumes y seguir siempre los consejos de nuestro médico o farmacéutico sobre la conveniencia de evitar la exposición al sol cuando se toman determinados medicamentos”. No obstante, una exposición responsable es nuestro mejor recurso para evitar los daños que el sol provoca en nuestra salud, bien sea el melanoma, otros tipos de cánceres cutáneos, quemaduras, signos de fotoenvejecimiento como la queratitis y los léntigos solares o reacciones de sensibilidad al sol”, recuerda el experto de Cinfa.

  1. Consulta los índices ultravioleta y no abuses del sol. Infórmate sobre la intensidad de las radiaciones solares y evita las horas centrales del día. Sobre todo, entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde, un horario en el que los rayos son más fuertes. No permanezcas más de una o dos horas bajo el sol.
  2. Utiliza un fotoprotector adecuado a tu fototipo. No te apliques factor de protección inferior a 50 y elige productos cuyo envase especifique que protege de todos los tipos de radiaciones solares: la ultravioleta, la infrarroja y la visible. Póntelo media hora antes de la exposición y reaplícalo cada dos horas y tras el baño o transpirar, con la piel seca.
  3. Protege tu cuerpo con la ropa y accesorios adecuados. Para sobrellevar el calor e, incluso, proteger tu piel de lesiones por rozaduras, opta preferiblemente por prendas holgadas y ligeras de tejidos frescos y naturales, como el lino y el algodón, y colores claros. Usa gorra o sombrero de ala ancha y gafas de sol, de tipo envolvente, con una protección 100% frente a los rayos UV y que estén homologadas por la UE.
  4. Educa a tus hijas e hijos sobre la necesidad de protegerse del sol. Los menores de 1 año nunca deben ser expuestos directamente al sol y, cuando tienen 2 o 3 años, se deben extremar todas las medidas de fotoprotección (prendas de vestir, gorros y gafas de sol), así como el uso de fotoprotectores específicos para niños con SPF 50+ y el símbolo UVA.
  5. Cuidado con los productos cosméticos, ciertos medicamentos y las salas de bronceado. Evita aplicarte cremas hidratantes, perfume o tratamientos tópicos estéticos antes de la exposición. Además, es conveniente que consultes al médico o farmacéutico sobre los medicamentos que tomes, por si pueden incrementar el riesgo de padecer fotosensibilidad. Y no olvides que el bronceado artificial no protege frente al fotoenvejecimiento y conlleva un riesgo de cáncer de piel.