pamplona. Una buena escuela infantil, a la que acuden niños de entre cero y tres años, debe, en primer lugar, "privilegiar las relaciones afectivas". Esta es unas de las conclusiones que ayer comentó Vicenç Arnáiz, director del Instituto para la Educación de la Primera Infancia y sus Familias del Gobierno de las Islas Baleares y profesor de la Universidad de las Islas Baleares, con motivo del curso de verano celebrado por la Universidad Pública de Navarra que lleva por título Escuelas infantiles a debate: contextos de crianza y factores de cambio en la respuesta social a las demandas.
Para el profesor Arnáiz, "la principal estructura psíquica es el apego" y esta se construye "en los tres primeros" años de vida. Por lo tanto, una buena escuela infantil debe cuidar especialmente este aspecto. Además, en esta misma línea, Arnáiz puso sobre la mesa que la sociedad actual "es la primera de la historia en romper los modelos de apego de la especie". Es decir, anteriormente, los niños estaban con sus madres hasta los seis años. Ahora, muchos pequeños acuden a guarderías desde bebés. Por ello, las escuelas infantiles deben "garantizar un ambiente muy afectivo".
Pero esto sólo no es suficiente. Una buena escuela infantil debe "mimar el desarrollo intelectual del niño". "El niño, en cuanto se siente seguro afectivamente, necesita conocer el mundo", recalcó el profesor de la Universidad de las Islas Baleares. Para llegar a ese conocimiento de lo que le rodea, el pequeño "construye ideas" y mediante esta construcción alcanza la "relación entre su mundo interior y el mundo exterior", afirmó Arnáiz. "Un niño que no entiende el mundo en el que vive, es un niño que vive con angustia", concluyó.
En esta línea, una buena escuela debe proporcionar un "ambiente agradable y rico en propuestas", donde cada vez que el pequeño entre "mire a su alrededor y descubra propuestas, sugerencias y provocaciones que le lleven a pensar, repensar y reinterpretar".
Estos son dos factores claves para la correcta educación de los niños. Sin embargo, no son los únicos. Una buena escuela, una vez más, es aquella en la que "los padres pueden participar y participan". "Un niño no aprende nada, no acepta nada, si no es con el permiso de sus padres", explicó Vinceç Arnáiz. Y puso un ejemplo para mostrarlo: "Imaginen que se acercan a un niño de un año. Lo primero que hará será mirar a sus padres para ver si esa amenaza es o no factible". Por ello, relató, "un niño no aprenderá nada en la escuela, pues lo vivirá como una amenaza, si no cuenta con el beneplácito de sus padres".
Otro factor importante es el lenguaje. Una escuela competente será aquella que "apalabre el lenguaje", dijo Arnáiz. "La realidad se convierte en lenguaje y un niño lo necesita para entender y darse a entender". Igualmente, una escuela de calidad es aquella donde "equivocarse no es una amenaza". Todo lo contrario. "Un buen modelo" debe convertir los "errores en fuente de aprendizaje". Y por último, en una escuela de primera categoría, los profesores deben ser "testimonios, modelos para los niños", concluyó Arnáiz.
Los padres al ruedo La labor de los progenitores también fue repasada por el experto y aseguró que "los padres tienen que aprender a educar". Según Arnáiz, "los niños, vayan o no a escuelas infantiles, tienen que ser educados desde que nacen" y "los padres primerizos no nacen aprendidos". "Necesitan conocimientos y la administración o la sociedad tiene que proporcionar la solución". "Los padres tienen que aprender a ser padres", sentenció.
Por otro lado, el director del Instituto para la Educación de la Primera Infancia nombró también algunos de los retos que las escuelas infantiles deberán superar. En primer lugar, señaló la falta de evaluación y seguimiento en estas escuelas, "a diferencia del bachiller o la universidad" u otros centros educativos.
Otro desafío se centra en la propia mejoría y evolución de la educación infantil. Para ello, Arnáiz señaló a la universidad como la institución clave en este aspecto. "Que la universidad beba y alimente a las escuelas", explicó Arnáiz. Para este experto, la Universidad debe permitir a los "maestros exponer lo que ven en las escuelas infantiles", para mejorar a raíz de sus experiencias. Pero igualmente, desde la Universidad se deben aportar nuevas ideas y soluciones a los problemas que los profesionales educativos encuentren en su actividad diaria con los niños.