madrid/pamplona - Durante los trece primeros días de la investigación de la agresión en Alsasua a dos guardias civiles y sus parejas, el cuerpo policial que había iniciado las diligencias, en este caso la Policía Foral, nunca citó que en dicho suceso apreciara indicios de terrorismo, principal sostén de las acusaciones y por el que han remitido la causa a la Audiencia Nacional y motivan las peticiones de prisión de entre 12 y 62 años de prisión. En un atestado inicial, y en otras diligencias ampliatorias que confeccionaron varios instructores del cuerpo autonómico a raíz de la detención de Jokin Unamuno y de otro joven (que en principio fue identificado como agresor pero que no está sentado en el banquillo de los acusados), los agentes enmarcan los hechos dentro de dos posibles delitos de atentados a la autoridad (a los dos guardias) y cuatro delitos de lesiones de diversa entidad (a los agentes y sus parejas).
La investigación se enfocó desde un primer momento dentro de esa calificación y, de hecho, la juez instructora puso en libertad a los dos primeros detenidos (Unamuno y el otro no acusado) a la espera de que se continuara reuniendo indicios por los que se pudiera imputar a otras personas. Fue a partir del 28 de octubre, cuando la juez instructora de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, reclama la causa para sí después de la denuncia de Covite cuando la Policía Foral deja de intervenir en la investigación y el asunto pasa a ser competencia exclusiva de la Guardia Civil por mandato de la magistrada. Durante unos días ambos cuerpos realizaron una investigación conjunta orientada al esclarecimiento de los hechos y después de que tres de los agredidos (teniente, sargento y pareja de este último) decidieran interponer denuncia finalmente en el Instituto Armado.
Los instructores de la Policía Foral ratificaron ayer en la tercera sesión del juicio en la sede de San Fernando de Henares (Madrid) que de las pesquisas que llevaron a cabo concluyeron que existían indicios de los delitos de atentado a la autoridad y de lesiones puesto que los heridos “habían sido agredidos por su condición de guardias civiles”, que no existió “ni provocación ni participación activa de los cuatro agredidos” y no identificaron elementos del movimiento Ospa “como integrantes de la agresión”, confirmó ayer uno de los investigadores.
EL OSPA EGUNA Y EL DíA DEL PILAR El mismo policía amplió que en los antecedentes de hechos que figuraban en el atestado y en el que trataban de contextualizar el conocimiento que tenían los procesados de la condición de los guardias civiles figuraban dos hechos relacionados como el Ospa Eguna de 2016 y la festividad del Día del Pilar en la que la Guardia Civil organizó en Alsasua una misa y un brindis con vino. Según declararon los agentes, en dicha festividad de la patrona se intimidó a los asistentes por parte de algunos jóvenes (aunque el único de los procesados al que pudieron identificar en Ospa y ahí fue a Jokin Unamuno). Dicho contexto preliminar (Ospa, Alde Hemendik e incidente en el Pilar) también es recuperado por la Fiscalía en su escrito acusatorio. Pero el Ministerio Público se remonta 40 años atrás para justificar que ETA ya usaba esas dinámicas en sus campañas y, por tanto, acusar de terrorismo a los acusados.
“fue una paliza por ser guardias”
Camisa con pisadas. Los policías forales que acudieron al bar Koxka la madrugada del 15 de octubre corroboraron que aquel día no fue una pelea, sino que “fue claramente una paliza”. Los agentes fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos, más allá de las 4.30 horas, y explicaron que lo primero que se encontraron al llegar allí fue bastante gente -40 personas “mínimo”- en la calle y al teniente tirado en el suelo, con sangre en la boca y fuerte dolor en una pierna, acompañado de su novia. El sargento estaba alterado, “llorando”, y tenía la camisa, que era de color blanco, “llena de suelas de zapato”. “Fue muy impactante”, declaró uno de los policías forales. Según su versión, “estaba claro” que la gente que había allí sabía de la condición de los dos guardias civiles, ya que les decían a los forales que ellos eran de Alsasua y “que no les siguieran el juego” a los agentes del Instituto Armado y “que no se pusieran del lado de los guardias”.