PAMPLONA - ¿Cómo surgió el proyecto de escribir un libro sobre la historia de la Policía Foral?

-Yo entré en la Policía Foral en 1994 y, tras pasar por Tráfico, empecé en labores de comunicación en 1999. En ese momento vi que no había nada escrito sobre la Policía Foral, a excepción de una tesis de Miguel Izu. Ahí surgió la inquietud y empecé a recopilar documentos, fotos... Inicialmente mi idea era hacer un libro fotográfico, pero después comencé a investigar y a meter la uña en el Archivo General y vi que había más cosas que contar desde el punto de vista humano, de la gente que ha cimentado la Policía Foral.

¿Cómo va madurando el proyecto hasta hacerlo una realidad?

-Empecé a escribir una cronología y vi que era un contenido muy farragoso y que había que organizarlo por materias. A principios de esta legislatura, presenté el proyecto al Gobierno de Navarra con el fin de que fuera un libro institucional, porque yo no podía permitirme editarlo por mi cuenta. En los últimos Presupuestos de Navarra se incluyó una partida para editar el libro que fue apoyada por todos los grupos parlamentarios y hoy tenemos la historia de la Policía Foral en un solo documento.

¿Qué volumen de documentación y fotografías ha revisado?

-Tengo unas 5.000 fotografías del archivo de la Policía Foral, de jubilados, que he sacado yo... También he tirado mucho de la hemeroteca digitalizada de la prensa local. Y en cuanto a documentación, tengo muchos papales que he ido guardando, que en su momento se entregará al Archivo General de Navarra, y que antes se tiraban.

¿Esa ha sido una de las mayores dificultades del proyecto, la falta de documentación antigua?

-Esa ha sido la mayor dificultad, la escasez de documentación propia en Policía Foral y lo poco que queda está en el Fondo de Diputación. No es normal que de un jefe como Anecto Tello, que estuvo de 1935 a 1955, no se tenga ni una foto, ni un solo expediente. En los cambios de jefatura o de sede, cuando se pasó de la Cámara de Comptos a la calle Bergamín o después a Beloso, se hacían purgas de documentación, se quemaba el papel porque no había cultura de guardarlos. Hay años y años sin nada de información y eso ha requerido investigación pura y dura.

¿Qué pasajes de la historia de la organización le han sorprendido?

-Lo más sorprendente es que la Diputación Foral, en los años 40 y 50, y por la vía de los hechos, acordaba atribuir funciones nuevas a los policías de carreteras. Así se crearon los grupos de vigilancia del Museo, Hospital, Estación de Autobuses... Surgían necesidades de seguridad y de un día para el otro la Diputación decidía cubrirlas con los agentes del Cuerpo de Policías de Carreteras, solamente bastaba un papel que recogía el acuerdo.

¿Qué hitos destacaría que expliquen cómo es la Policía Foral hoy?

-El Cuerpo de Policía de Carreteras nació con muchas dudas, porque las cinco plazas iniciales de 1928 se crearon a modo “de ensayo”, y hoy la Policía Foral es motivo de orgullo. En 1960 cuando el Estado decidió usurpar la competencia exclusiva de tráfico, incluso se planteó que los 17 policías de carreteras que había en ese momento pasaran a otros puestos de la Diputación y el Cuerpo desapareciera. A partir de ahí, los años clave son 1986 y 1987, momento en el que se cambia el color del uniforme, del gris al rojo, se crea una academia, hay un plan de promoción, se empieza a entrar en otras competencias de seguridad. La figura del técnico Ricardo Olabegoya, director general con el Gobierno de Gabriel Urralburu, fue clave en ese impulso, porque vio claro que la Policía Foral se desplegaba en funciones o se moría. Ese despegue se hizo definitivo a partir de 1995, con la creación de nuevas unidades y con la especialización, bajo la jefatura de José Ignacio Sánchez Trueba. Más tarde llegaría el trabajo de investigación, que impulsó el difunto Juanjo Salaberri, que fue una necesidad que nos planteó la propia sociedad navarra cuando empezó a venir a denunciarnos delitos de violencia de género, principalmente.

¿Cuál cree que será la evolución lógica de la Policía Foral ?

-Navarra está inflacionada en cuanto al ratio policial porque hay el doble de policías que en Europa, y por lo que se ve en el tiemop no se trabaja en un planteamiento racional de la seguridad pública en Navarra. O hay despliegue o hay repliegue para que el servicio sea eficaz. Pero tanto Navarra como el Estado asumen las duplicidades existentes. Así que veo un futuro incierto.

¿A quién le va a gustar el libro?

-Desde luego para los policías forales actuales, futuribles y jubilados es de obligada lectura. Pero el libro también es una historia paralela a la de nuestra comunidad. Queremos reivindicar nuestro papel, quiero resaltar el papel de nuestra Policía y que los lectores también se sientan orgullosos.