A las 3 de la mañana hemos tenido que salir por piernas porque el agua ha empezado a entrar con mucha fuerza”, ilustraba ayer Sebastián Larrea, responsable de las instalaciones de la Ciudad Deportiva Amaya y que, con diez operarios, había estado trabajando desde la medianoche del jueves para tratar de salvar la maquinaria más valiosa del recinto de la posible entrada del Arga. Horas después, las instalaciones de Amaya eran una laguna por completo. El agua alcanzó lugares inhabituales. Cubrió por completo el campo de fútbol, que se encuentra un poco más elevado en altura, también el patinódromo y el campo de béisbol. El gerente Pablo Navallas lamentó ayer que estén “completamente desprotegidos” de las inundaciones y pidió que les dejen “protegerse” de unas riadas que cada vez son más frecuentes. Navallas comentó a Efe que las instalaciones están cerradas porque el agua alcanzó todos los puntos del recinto y la galería de las piscinas se inundaron desde las cuatro y media de la mañana. También están anegados los vasos de las piscinas, el jacuzzi, el gimnasio, la ludoteca, el campo de fútbol... “Hay un metro de agua por todas las instalaciones”, subrayó. El gerente señaló que Amaya “ha sufrido inundaciones toda la vida”, pero en los últimos años “se están dando con más asiduidad; cada año o cada dos años padecemos estas inundaciones, que trastocan la actividad diaria de Amaya y el funcionamiento y mantenimiento”. Cuando baje el nivel del agua, dijo, “hay un trabajo muy importante que va a durar semanas para dejar todo en condiciones”. “Somos conscientes de que hay que vivir con el río, que estaba antes que nosotros, pero lo que sí nos gustaría es que nos dejaran protegernos, porque es un trastorno muy importante”.

Navallas reconoció que proteger el recinto de las riadas “es complicado”, porque lo impiden los criterios de la Confederación Hidrográfica del Ebro, que dicen que “el agua tiene que venir y, después de venir, irse y no podemos levantar en la orilla del río grandes taludes que nos protejan a nosotros, porque el agua se tiene que ir por algún lado”. No obstante, ha considerado que se podría analizar si, sin perjudicar al medio ambiente, se puede dragar o limpiar esta zona del río, ya que “el cauce de nuestra zona se desborda con mucha facilidad”. Larrea recordó por su parte que desde el año 2013 no sufrían una riada de este nivel.

Cristina Latienda, presidenta del Club Natación, también consideró que los daños habían sido mayores que otros años. “Desde hace un tiempo, que hicieron las obras en la Rochapea y Burlada, parecemos un embudo. Somos el efecto colateral de esas obras, aunque sabemos lo que tiene convivir con el río”. Latienda recordó que como daños de envergaduras, tenían anegas los vasos de las piscinas y toda la maquinaria afectada, el río se llevó la superficie de las pistas de tenis, el parquet de la pista de futbito se había levantado y en el pabellón del frontón había 40 centímetros de agua. “Nos ha entrado agua por todos lados. Al menos ha librado el edificio principal, de oficinas, gimnasio y sauna, ya que está en la otra orilla y muy alto”, manifestó Latienda, que recordó que no habían recibido aviso de semejante riada y que a primera hora ya no podían acceder a la mayor parte del recinto. - E.C./Efe