A pesar de tener un nombre no tan conocido como otras enfermedades, la sepsis es una de las principales causas de mortalidad del mundo y la primera en hospitales. De hecho en Navarra, donde fallecen en torno a 5.700 personas cada año, esta patología es el origen de entre 200 y 280 decesos, es decir, de cerca de 4 de cada 100. Y eso que los casos no es que se cuenten por millares: de la media de 1.000 casos anuales de hospitalizados por sepsis –el año pasado fueron 871, el número más bajo desde 2016–, fallecen en torno a uno de cada cuatro.

Pero, ¿qué es exactamente la sepsis? “Se produce en la evolución de una infección. En la respuesta de nuestro organismo a ella, se daña y empeora la función de los órganos, con un deterioro que puede conllevar pérdida de salud, secuelas o en un alto porcentaje la muerte”, explica Carlos Ibero, coordinador de la atención a la sepsis en Navarra. El doctor señala que las áreas afectadas pueden ser incluso “distintas al lugar de origen de la infección”, por lo que aparte de la alta mortalidad, también hay una extensión hacia zonas no perjudicadas en un primer momento, donde causa consecuencias graves.

Esa rapidez al dispersarse por el organismo provoca que también sea una enfermedad difícil de acotar, lo que se conforma como una de las principales causas de la alta letalidad. “Es tan mortal porque las infecciones son frecuentes y pueden ser mortales si no se toman las medidas adecuadas. Se podría simplificar considerando que es un proceso avanzado de una infección dónde ya se está causando un daño, dónde si no se interviene a tiempo, no es recuperable y cuyo desenlace es la muerte”, desarrolla Ibero. 

La fatalidad de esta enfermedad puede entenderse por otras dos razones más. Una de ellas es que, aunque puede afectar a cualquier persona, lo sufren más las personas vulnerables. “Tienen una menor capacidad para dar una respuesta adecuada a la infección”, comienza a desembrollar el facultativo, “bien porque se ha realizado un procedimiento que rompe las barreras naturales del organismo de defensa ante una infección como puede ser la piel o mucosa integra (una cirugía, un dispositivo como una sonda vesical, catéter…) o bien porque tienen una menor capacidad para responder ante la agresión de una infección por mayor edad, comorbilidad, inmunosuprimido enfermedad o fármacos”.

Casos de sepsis

Ingresos

  • 2016: 1.053
  • 2017: 1.014
  • 2018: 1.144
  • 2019: 1.104
  • 2020: 899
  • 2021: 871

Fallecimientos

  • 2016: 267
  • 2017: 238
  • 2018: 284
  • 2019: 242
  • 2020: 228
  • 2021: 205

El segundo motivo sería una complicada identificación, tanto para el paciente como para el personal sanitario. “Hay cierta dificultad en identificarla, en parte por falta de educación a la población en signos de alarma por los cuales consultar y en parte a profesionales sanitarios en identificar la gravedad del cuadro al identificar que esa confusión, deterioro, aumento de la frecuencia respiratoria o hipotensión es debida a una infección grave”, señala Ibero, que también menciona el que “no hay un síntoma único” ni una “prueba claramente diagnóstica” como problemas principales para determinar el cuadro de sepsis. “En las fases iniciales el paciente no tiene aspecto de gravedad y se puede confundir con otras enfermedades. Tampoco hay una prueba claramente diagnóstica aunque una analítica con solicitud de determinados parámetros ayuda mucho”, completa.

Sin embargo, aunque “la principal limitación es su identificación y sensibilización en gravedad”, después de conocer qué es lo que ocurre y hasta donde llega sí que hay acciones “de relativa fácil aplicación” que favorecen la evolución positiva del paciente. “Han demostrado que aplicadas de forma temprana disminuye la mortalidad y secuelas”, destaca Ibero.

Algunas de ellas, como iniciar de forma inmediata una resucitación hemodinámica, administrar los antibióticos adecuados en la primera hora y aplicar las medidas necesarias para controlar el foco en las primeras seis horas, están dentro del Código Sepsis, un plan estratégico implantado en Navarra en 2016 que ha hecho que a pesar de que entonces la incidencia de esta patología creciese a un ritmo de hasta el 9% anual por el progresivo envejecimiento de la población, tanto las hospitalizaciones como los fallecimientos por esta causa hayan bajado en este periodo.