Las crónicas calificaron de heroico el comportamiento del Girona en aquel partido, jugado el 1 de noviembre de 2020. Se defendió como gato panza arriba en el estadio de los Juegos del Mediterráneo de Almería después de que sufriera tres expulsiones a lo largo del duelo. En el minuto 28 fue expulsado Jonas Ramalho, que luego vistió la elástica de Osasuna, en el minuto 78 del partido se fue a la calle Cristóforo y apenas cuatro minutos después se marchó también con roja Monchu.

El Girona acabó el partido con ocho futbolistas y aguantó un asedio de 31 disparos a puerta que efectuó el cuadro local. Ahora, el desenlace de dicho encuentro, que en el minuto 94 tuvo una jugada polémica ya que se anuló un gol al local Pedro Mendes por fuera de juego de su compañero Sadiq, ha proporcionado a un apostante navarro hasta 3.300 euros. Lo ha conseguido tras acudir a los tribunales y dos temporadas después. Pero le ha merecido la pena.

El hombre, todo un experimentado en el mundo del azar y que realizó la apuesta desde un bar del barrio de Iturrama, tuvo que acudir a los juzgados puesto que realizó una apuesta en el tiempo añadido del encuentro. Conocedor de los vericuetos del mundillo, el pamplonés introdujo la apuesta en la operadora Bet 365 cuando el Almería anotó el tanto que le fue posteriormente anulado. No había VAR, pero se veía claramente que el tanto se logró en posición ilegal.

De hecho, el árbitro señaló fuera de juego casi de inmediato a la consecución del tanto y el Almería ni siquiera tuvo tiempo de celebrarlo, pero al sistema informático se le abrieron entonces las costuras. Es decir, la operadora identificó que el Almería seguía ganando 1-0 y que el apostante quería poner dinero en favor de un empate del Girona que en ese momento estaba con solo 8 jugadores y al que apenas le restaba un minuto de juego. Así que el premio que ofrecía era jugoso: 3.300 euros. Pero para sorpresa del jugador, la casa de apuestas solo le entregó 7 euros de premio.

La demanda fue desestimada en primera instancia

El apostante interpuso entonces una demanda judicial para reclamar lo que entendía que era suyo. El juzgado de Primera Instancia 2 de Pamplona desestimó su reclamación. Entendía que podía haber actuado de mala fe al "suscribir las apuestas reclamadas con la intención de aprovechar un error informático, que por el impacto que tuvo en la cuota de la suscrita le otorgaba la posibilidad de obtener un premio exorbitante, atendiendo a la probabilidad de que se aceptaran los resultados (superior al 90% y el riesgo asumido de sus apuestas, como las cantidades apostadas)".

Conforme a ello, el juzgado consideraba que "cuando la demandante efectuó la apuesta, al estar viendo en directo el partido, ya conocía que el gol había sido anulado y que la plataforma estaba pendiente de actualizarse, por eso minutos antes de terminar el partido efectuó la apuesta conocedora de las altas probabilidades de éxito".

El demandante no se quedó conforme con la resolución y su insistencia se ha visto recompensada ahora en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial. Alegó que no había existido ningún error invalidante de la apuesta, ni mala fe, sino que hasta que el encuentro no finaliza se pueden hacer apuestas válidas y no es su responsabilidad que fuera aceptada en el desfase que transcurrió desde que el sistema que subió al marcador el gol, corrigió y lo invalidó.

La Audiencia da en efecto la razón al apostante. Dice que en ningún caso su actuación "puede ser calificada como de contraria a la buena fe, ni de temeraria, sino que en realidad actúa dentro de los términos del contrato de apuestas, beneficiándose de un error que en ningún caso puede serle imputable y que es producto simplemente del propio funcionamiento del sistema de apuestas en directo establecidas por la empresa demandada. En todo caso dicho error tiene su origen en la propia ausencia de diligencia por parte de la casa de apuestas en la modificación de la cuota o precio incorrecto".