Referente, visionario, fenómeno, alma libre, apasionado, integrador, comprometido con los valores sociales... Estos son algunos de los adjetivos que definen a Mario Gaviria Labarta, uno de los sociólogos españoles más influyentes del siglo XX. Al menos así lo recordaron sus hijas Nathalie y Sandra y varios amigos, compañeros de profesión y alumnos al término del acto de entrega de la Medalla de Oro de Navarra. Un homenaje merecido a una persona “integradora” que, tal y como afirmó su amigo y arquitecto tudelano Rafael Moneo, “tenía la capacidad de unir a diversos y no de separar” lo que “da mucho valor a la persona, más allá de su obra”.
Sus hijas, Nathalie y Sandra, que acudieron al acto acompañadas de sus parejas y del nieto mayor de Gaviria, que lleva su nombre, mostraron su agradecimiento por el galardón. “Estoy muy contenta por este gran reconocimiento. Cuando tenía 16 años y vivíamos en Madrid mi padre quiso volver a Navarra, me decía que necesitaba hacerlo. Y luego lo entendí, porque la gente en Navarra es muy recta, muy trabajadora y leal. En este acto hay amigos míos desde los 16 años y gente de Cortes. Ese cariño, esas raíces, él nunca las perdió”, aseguró Nathalie, que lamentó que su padre no hubiera podido disfrutar del homenaje. “Eso hubiera sido perfecto, pero una Medalla de Oro a tu padre bienvenida sea”, aseguró.
Viajar para aprender y traer ideas novedosas
La hija mayor de Gaviria recordó que su padre “tuvo la posibilidad, que no todo el mundo tenía, de viajar al extranjero cuando no existía la globalización que hay ahora, y eso hizo que pudiera aprender muchas cosas que a España no habían llegado”. Viajar, prosiguió, “le dio una visión conceptual más amplia de todo y le permitió traer ideas de fuera”. A partir de ahí, Gaviria hizo lo que su instinto le decía. “Tenía un gran olfato y se adelantó a muchas cosas. Aunque estudió Derecho, él quería investigar en Sociología y Economía, y empezó a viajar. Por ejemplo, fue profesor a EEUU y observó que estaban planteándose quitar las centrales nucleares. Llegó a Navarra y se encontró con que querían poner la nuclear de Tudela. Eso le hizo investigar y consiguió pararla”, recordó Nathalie, quien insistió en que su padre fue un gran defensor de que la gente viajara, “porque te permite aprender y ser más tolerante”.
Su otra hija, Sandra, insistió en ese carácter visionario. “Siempre decía en broma que tenía un gen especial y veía la realidad antes que los demás y se adelantaba a su tiempo. Tenía buen olfato”, explicó Sandra, que recordó la participación de su padre en la campaña Voy y vengo “porque veía que jóvenes se mataban en las carreteras”, también apoyó la distribución de 12.000 preservativos en la campaña antisida y tenía el proyecto de que los navarros fueran bilingües a los 18 años. “Proyectaba un laboratorio de la fiesta porque ponía en valor que en Navarra había fiestas sin conflictos. Era muy positivo con la juventud y defendía el derecho a la vivienda para los jóvenes, plena actualidad”, dijo.
Capacidad de comunicar y generar grupos de trabajo
Entre los asistentes destacó Rafael Moneo, que recordó que conoció a Gaviria a través de amigos comunes en el Madrid de los 60. “Se dio a conocer muy pronto y muy brillantemente con un estudio del barrio de la Concepción en Madrid. En aquel momento era un barrio especulativo. Estaba densamente poblado y por ello había vida de relación entre la gente, una satisfacción de vivir, que es algo que Mario defendía”, recordó Moneo. Desde entonces mantuvieron una amistad estrecha. “Gaviria había conocido a compañeros de mi generación de Tudela y, como era tan apasionado, descubrió virtudes en la apertura de las gentes del Ebro. Esto nos unió y dio pie a hacer trabajos conjuntos. Hice unas casas para una pequeña cooperativa de viviendas de Cortes”
El afamado arquitecto puso en valor las virtudes del galardonado. “Tenía capacidad de comunicar y de generar grupos de trabajo alrededor de él. Y su inquietud le llevó a enfrentarse al turismo de un modo más positivo del que generalmente se trataba. Vio valores en Benidorm muy a la contra”, recordó Moneo, que también destacó “su voluntad de integrar a los marginados y a los inmigrantes y de contactar y ayudar a la gente. Era integrador, una persona capaz de unir a diversos más que de separar”.
A su juicio resulta “muy difícil separar la figura de la obra”, pero para Moneo “tiene más valor la persona que la obra y quienes le conocimos podemos dar testimonio de lo fuerte que era su personalidad. Fue un adelantado a su tiempo”.
Sociología comprometida con los problemas sociales
Tal y como destacó el arquitecto tudelano, Gaviria rechazó dar a la sociología una visión “sólo académica”. “Le gustaba estar pie a tierra”, señaló. Una reflexión en la que coincidieron varios de sus discípulos presentes en el acto. Se trata de los sociólogos Manuel Rodríguez, Ricardo Feliu, Javier Espinosa, Jon Martínez, Txerra García de Eulate y Guillermo Bergantiño. “Le conocí fuera del ámbito académico, en espacios de encuentro sociológicos. Soy de las promociones más jóvenes que pudimos disfrutar de sus aportaciones y también de sus críticas”, afirmó Feliu, quien destacó su “sociología comprometida con los problemas sociales del momento y atravesada por una serie de valores éticos, el más importante, el de la honestidad intelectual”.
Jon Martínez coincidió con Gaviria cuando hacía la tesis doctoral. “Sabía que era un experto en urbanismo y fui a entrevistarle. Después de tres horas de entrevista, que siguió en una comida, me propuso ir a Benidorm. Conocí el trabajo de la sociología del turismo y empezamos a colaborar en proyectos de transformaciones urbanas, sobre la Ribera , sobre convivencia...”, recordó. Precisamente desde la localidad alicantina llegó Eliseo Yus, y exconcejal de Benidorm, acompañado de su mujer Antonia Sales. “Cuando fui presidente de la Federación de Comercio, Gaviria escribió el libro El corazón de la calle y años después, cuando fui concejal, le llamé y se encargó de varias reformas urbanísticas de la ciudad. Fue un fiel defensor del urbanismo vertical cuando todo el mundo lo denostaba. Le estamos muy agradecidos”, señaló Yuns.
Agradecimiento es también lo que sienten dos de sus alumnos de Trabajo Social de la UPNA. “Fue un referente y creó escuela. Reivindicó el aprendizaje lapa: teníamos que pegarnos a él y seguirle. No te enseñaba sino que tú aprendías de él”, explicó Txori García-Uriz y su compañero. Ambos destacaron su defensa de la justicia social y la integración de los inmigrantes. “Decía que hasta que no nos acostáramos unos con otros, que no hubiera familias mixtas no iba a haber una verdadera integración”, zanjaron.
Lo que esta claro es que la figura de Gaviria, como afirmó Guillermo Bergantiño, que no llegó a conocerle, “perdura aunque ya no esté”.