No todas las personas tienen éxito en su vida académica. Algunas porque no quieren, y otras porque no pueden. Sin embargo, son personas que ansían vivir, conocer, cambiar y disfrutar. “Cuando era adolescente, me convertí en una rebelde y dejé de estudiar. Empecé a trabajar y al cabo de un tiempo, me di cuenta de que me apetecía formarme. Empecé y me enganchó. Hice tercero y cuarto, y luego Bachiller”, señala Virginia Monteiro. “Cuando pasa la vida, te das cuenta de que tu trabajo siempre va a ser el mismo, sin subir escalones. Yo quería conocer cosas, sin ninguna aspiración laboral, más que conocer.
También es una cosa de cambio, de querer cambiar algo en tu vida”, añade. “Al principio tienes la autoestima muy baja, sientes miedo, de que no eres capaz. Para mí, el Félix Urabayen es una familia más, lo es todo. Me trasmitían que yo podía con todo. Ahora soy integradora social gracias a Félix Urabayen. Es importante formarse y hacer algo diferente, no caer en el aburrimiento, ya no solo en el ámbito en el que puedes conseguir lo que te propones. Hay mucho que aprender y mucho que vivir”, afirma la antigua alumna.
“Quería cambiar algo en mi vida, hacer algo diferente. Siempre hay tiempo para aprender”
Kenneth Fah emigró de Ghana en 2017 y sintió la necesidad de volver a empezar su vida en Pamplona. “Yo quería ir a la universidad pero para eso quería formarme en la lengua, el castellano, y adaptarme mejor. Me apunté aquí y fue una buena decisión. Recuerdo mi primer escrito en castellano sin saber lo que estaba plasmando en el papel. Sin embargo, mi profesora Marian me apoyó y me dijo que iba a salir del centro dominando el castellano. Un año más tarde superé la asignatura con buena nota y me ha permitido relacionarme y adaptarme en Navarra para avanzar en mi vida”, relata el ghanés. “Navarra da una oportunidad a todos. A veces oigo a mis compañeros migrantes decir que no hay muchas oportunidades y que lo que hay es de trabajo duro. Félix Urabayen fue mi oportunidad y mi primer paso hacia la adaptación. Fue una de las decisiones más importantes de mi vida”, añade Fah.
“Es un lugar en el que forjas tu autoestima y que te permite socializar”
Oscar Amóstegui entró en 2018 al centro para realizar 3º de la ESO y acabó en 4º. “En la adolescencia me fui hacia la rebeldía, fue una edad difícil par a mi, con muchas inseguridades. Empecé a trabajar en las construcción con 17 años, muy joven. Luego empecé de autónomo, pero eran trabajos duros, mal pagados y que me produjeron un par de hernias. Caí en el paro y lo pase mal. Y entonces apareció Félix Urabayen. Hice una prueba de acceso y me pusieron en 3º de la ESO. Hice 3º y 4º, y me fui a hacer el bachiller en el IES Plaza de la Cruz. Ahora estoy en la universidad”, señala el navarro. “El centro fue muy importante para mi. Estaba en paro, en una situación difícil, marco un antes y un después. Fue muy importante el apoyo que me dieron para que estudiara, y gané confianza. Recuerdo una frase que me dijeron que no se me olvidará nunca: Esto no es un punto y aparte, sino un punto y seguido. Es un lugar en el que forjas tu autoestima y también un lugar para socializar. A Kenneth lo conocí aquí en el centro cuando entré y ahora somos como hermanos. Eso me lo ha dado Urabayen. Me acuerdo de dónde estaba antes, y estoy orgulloso de lo que he conseguido”.
Clases con adultos
”Una de las cosas que cambia cuando das clase a adultos es que son muy agradecidos, pero les cuesta participar. Hacerles hablar es complicado. Primero porque tienen pocas horas de clase y es complicado que generen relación dentro del aula. Vienen aquí a escuchar, a recibir conocimiento, quieren empaparse de cosas”, apunta el ex director Carbajo. “Hay que tener en cuenta que, aunque sean personas adultas, vienen con muchas carencias, y la tecnología no lo es menos. Tenemos que ayudarles mucho también a aclimatarse con esta nueva realidad”, añade.
Como en cualquier centro educativo, el eje son las personas. Monteiro, Fah y Amóstegui dieron un nuevo rumbo a sus vidas. Félix Urabayen les cambió para siempre.