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"El 68% de las mujeres y el 63% de los menores saharauis padecen anemia crónica"

La reducción de la ayuda humanitaria agrava la malnutrición y los problemas de salud en los campamentos

"El 68% de las mujeres y el 63% de los menores saharauis padecen anemia crónica"Izaro Díaz/Unai Yoldi

La salud de la población saharaui refugiada se deteriora año tras año. Tras 50 años de exilio, más de 170.000 personas viven atrapadas en una emergencia sanitaria crónica marcada por la malnutrición, la anemia y la inseguridad alimentaria. La reducción sostenida de la ayuda humanitaria ha convertido la alimentación en el principal problema de salud pública de los campamentos.

El impacto es directo sobre los cuerpos”, advierte Yahya Buhubeini, presidente de laMedia Luna Roja Saharaui, la organización que coordina la respuesta humanitaria y sanitaria. Entre 2022 y 2025, la anemia crónica en mujeres ha aumentado del 54% al 68%, y en la población infantil del 53% al 63%. Uno de cada tres menores sufre desnutrición crónica, una condición que compromete su crecimiento, su sistema inmunológico y su desarrollo cognitivo.

Escasez continuada de alimentos

Yahya Buhubeini, presidente de la Media Luna Roja Saharaui.

La base de esta crisis sanitaria es la falta prolongada de alimentos suficientes y variados. Desde 2019, el coste de la canasta básica no ha dejado de aumentar –“en 2019, la canasta básica costaba 492 dinares y ahora tan solo un kilo de comida ya nos cuesta 782 dinares”, explica– mientras la ayuda humanitaria ha sufrido recortes cercanos al 30%. Esta combinación ha provocado una escasez continuada de productos esenciales y de alimentos frescos, generando déficits nutricionales persistentes, especialmente entre menores de cinco años, mujeres embarazadas y lactantes, los grupos más vulnerables desde el punto de vista sanitario. El deterioro de la alimentación se vincula con el contexto de inflación global. En la actualidad, la canasta básica mensual se compone de dos kilos de legumbres, dos de arroz, dos de cebada, un litro de aceite vegetal y 740 gramos de azúcar.

Ante esta situación, la Media Luna Roja Saharaui sostiene programas específicos de atención nutricional. Cada mes coordina la distribución de alimentos en 29 distritos y 146 barrios, con representantes comunitarios en cada uno. Además de la canasta básica, “se gestionan desayunos escolares para más de 40.000 niños y programas de suplementación dirigidos a embarazadas, lactantes y menores de 5 años”, indica. En total, se distribuyen alrededor de 2.200 toneladas de ayuda mensual, una cifra insuficiente para cubrir las necesidades reales de la población.

Anemia, fatiga y enfermedades recurrentes

El deterioro nutricional está teniendo efectos en cadena sobre la salud general de los refugiados. El aumento de la anemia se traduce en fatiga crónica, infecciones recurrentes y mayores riesgos durante el embarazo y el parto. En la infancia, la desnutrición crónica deja secuelas a largo plazo que difícilmente pueden revertirse sin una mejora sustancial de la dieta y de las condiciones de vida.

Pese a este escenario, los campamentos mantienen un modelo sanitario basado en la prevención y la atención primaria. “Es importante decirlo: estos son los únicos campamentos de refugiados donde no hay tifus ni malaria”, destaca Buhubeini.

La crisis sanitaria actual no es coyuntural. Es el resultado de 50 años sin solución política, de una ayuda humanitaria menguante y de una población que envejece en condiciones extremas. “Existe un muro de silencio en torno al Sáhara Occidental”, denuncia Buhubeini. En los campamentos, ese silencio se traduce en cuerpos debilitados, infancias marcadas por la desnutrición y una emergencia de salud pública estructural.