Pamplona - Toda actividad humana, caminar, viajar, incluso la vida doméstica y, por supuesto, el ejercicio de la caza, conlleva el riesgo de sufrir un accidente que puede poner en peligro nuestra actividad física y la propia vida. Ante ello, Adecana lleva muchos años informando y formando a los cazadores en las pautas que tienen que tener en cuenta para minimizar todo lo posible los riesgos que conlleva la actividad venatoria, elaborando al efecto un práctico manual, cuyo autor es el doctor Miguel Iñigo Noain, donde este experto cazador y especialista en seguridad analiza los riesgos más frecuentes a los que nos vemos expuestos al cazar, marcar pautas de conducta que hagan más segura, así como unas nociones mínimas de comportamiento ante algunas de las lesiones más habituales.

La caza es una actividad cuya siniestralidad en relación al número de practicantes y de jornadas de caza es menor que en otros deportes y actividades. A pesar de ello todos los años se producen accidentes y en alguno de ellos, por desgracia, las imprudencias están presentes. Cuando esto ocurre y principalmente si están relacionados con el uso de armas (aproximadamente un tercio de los accidentes de caza) tienen un especial impacto social, sin tener en cuenta que un arma es un elemento cuya peligrosidad reside exclusivamente en el mal uso que de él se haga, pero este mismo criterio podemos aplicar al automóvil, motocicletas, el montañismo, que mal utilizados ocasionan al año muchos más accidentes que las armas de fuego.

Como complemento de lo anterior Adecana ha impartido varios cursos acerca de esta materia en las zonas donde se le ha solicitado, impartiendo otros nuevos en las zonas donde se le requiere, pudiendo ponerse en contacto con esta asociación en el teléfono 948 175 049 los representantes de zonas que estén interesados en ello.

RIESGOS EN LA NATURALEZA En la naturaleza el cazador está expuesto al riesgo de sufrir accidentes derivados del entorno (ríos, barrancos, montañas, barro, etc) y de la climatología (lluvia, nieve, frío, calor, viento y tormentas). Uno de los mayores riesgos son las tormentas y los rayos que producen, pudiendo ocasionar quemaduras graves (incluso la carbonización), parálisis y parada cardiorespiratoria. Las principales medidas de seguridad son las preventivas, abandonando la zona antes de que llegue, evitar los sitios altos del terreno, ni cobijarse debajo de árboles ni junto a postes eléctricos, intentando mantenernos secos y sobre alguna superficie aislante. Podemos refugiarnos en edificios que no se eleven mucho sobre el terreno, manteniéndonos alejados de puertas y ventanas. El coche, con las ventanillas cerradas también es un buen refugio con la condición de que no esté en una zona elevada. Ante una persona que ha sido alcanzada por un rayo, si las quemaduras no han sido mortales (carbonización) pero ha perdido el conocimiento, debemos explorarla para averiguar si mantiene el pulso cardíaco y la respiración, si no tiene iniciaremos las maniobras de reanimación cardiorespiratoria (masaje cardíaco y respiración artificial), las cuales exigen un alto grado de preparación para realizarlas correctamente, por lo que insistimos en la importancia de un buen curso de socorrismo y primeros auxilios.

CALZADO Al igual que en cualquier otra actividad montañera, en la caza el calzado adquiere gran importancia. Debe mantener los pies secos y calientes, sujetar bien el pie y reforzar la articulación del tobillo, proporcionar un buen agarre, no olvidando la importancia de proveernos de unos buenos calcetines que eviten las rozaduras y aumenten la amortiguación.

ROPA Con tiempo seco y caluroso es importante que nos proteja de los rayos solares, sea transpirable y resista el rozamiento con la maleza y el terreno. Los tejidos que mejor cumplen estas condiciones son el algodón, el cáñamo y algunas fibras artificiales diseñadas para este fin. Los sombreros deben ser de ala ancha y proteger también la nuca, siendo, por esta razón, preferibles a las gorras. Con tiempo frío y húmedo actualmente está aceptado que la máxima protección se consigue con el sistema multicapa. La primera en contacto con la piel cuya función es mantenerla seca, la segunda dependiendo de la temperatura exterior cuya finalidad es crear cámaras de aire para aislarnos del frío, y la tercera para proteger de las inclemencias del tiempo (viento, lluvia, nieve etc). Es preferible superponer varias prendas finas y ligeras confeccionadas con tejidos específicos (con diferentes funciones) que llevar ropas gruesas y pesadas que aíslan menos y dificultan los movimientos.

GORRO Y GUANTES Por la cabeza puede perderse hasta el 40% del calor corporal siendo por lo tanto muy importante el uso de un gorro o sombrero que nos proteja y aísle. Lo mismo ocurre con las manos, que rápidamente se enfrían perdiendo la sensibilidad y movilidad de los dedos. Cuando subamos cuestas debemos quitarnos ropa para evitar una sudoración excesiva. Pero al detenernos es necesario abrigarnos inmediatamente para evitar que la rápida evaporación del sudor pueda enfriar nuestro cuerpo.

ACCIDENTES DE TRÁFICO Los accidentes de tráfico suponen aproximadamente la tercera parte de los sufridos por los cazadores, por lo que se aconseja prudencia y cumplir las normas de circulación y respetar los límites de velocidad, calcular el tiempo de viaje con suficiente margen para no tener prisa por llegar al coto de caza y en el momento de emprender el viaje de vuelta, hay que tener presente el cansancio acumulado después de una jornada de caza. El conducir por caminos y pistas forestales puede ser arriesgado pues los suelos son deslizantes y existen profundos barrancos y obstáculos (árboles, rocas, etc). Por ello es importante tener nociones de cómo se debe conducir en estas circunstancias (barro, nieve, pendientes, roderas etc). Por supuesto cuando vamos a conducir debemos evitar las comidas copiosas y el consumo de alcohol o drogas. - D.N.