PAMPLONa - Los médicos forenses del Instituto Navarro de Medicina Legal que efectuaron la exploración al acusado nada más ocurrir los hechos constataron que Luis Alberto Alarcón Aguirre, de 50 años, presentaba una fractura de los huesos propios de la nariz, un hematoma en ambos párpados inferiores (según aclararon ayer es una lesión compatible con la fractura nasal y la rotura de vasos capilares en la zona inferior de los ojos), equimosis (contusión) y erosión en raíz nasal, inflamación y erosión del labio inferior y un hematoma de 4x4 centímetros en la zona de la tibia compatible con un mordisco. A ello hay que unir que refería, sin que se pudiera objetivar una lesión en la superficie, dolor en región lumbar y en el hombro derecho. Con dicho parte de lesiones, además del que presentaba la víctima (cuyas heridas son numerosas en la cara, pero de carácter leve), los especialistas descartaron que se hubieran originado en una pelea prolongada en el tiempo, de 20 o 30 minutos, como relata el procesado.

“Con las lesiones que existen como mínimo el acusado recibió dos impactos en la cara con los puños: uno en la nariz y otro en el labio. Si hubo más, fueron con la mano abierta o de poca intensidad. Si hubiera sido una pelea con intensidad de media hora, tenía que haber dejado más marcas. Y una pelea dura o fuerte de esa duración no es compatible con esta exploración”, relató el forense, cuando le preguntó la fiscal si dichas lesiones pudieran corresponderse con el de alguien masacrado.

LA MANO DERECHA, LIMITADA El acusado, que trabajaba como albañil, también fue atendido posteriormente por los médicos para acreditar que padece una limitación en tres dedos de la mano derecha que le impiden realizar por completo la acción de cerrar el puño. La defensa trata de acreditar que ello hubiera restado fuerza a sus golpes, aunque los forenses argumentaron que “la mano izquierda la tiene normal, el codo y el hombro del brazo derecho también y que el estrés producido por una situación así podía llevar a que cerrara el puño, porque lo que le limita la acción de flexionarlo en un estado normal es el dolor y, con el estrés, puede desaparecer el dolor. Puede pegar, la fuerza sería similar aunque por dos o tres centímetros no lo cierre”. Al poco de salir de prisión, donde estuvo apenas un mes, el procesado acudió a su centro de salud y relató que padecía ideación paranoide y terrores nocturnos después del crimen. Dos meses después fue tratado de lumbociática. - E.C.